Recientemente, el mundo de la música nacional quedó impactado cuando se dieron a conocer, a través de una cuenta de Instagram especialmente creada para ello, las denuncias y acusaciones por acoso y abuso sexual en contra del fotógrafo Carlos Müller, profesional de vasta trayectoria y prestigio por sus retratos de músicos y bandas nacionales, además de ser el fotógrafo oficial de Lollapalooza.
Tras el remezón que significó la publicación y el hecho de que muchos de los afectados hayan sido menores de edad cuando sucedieron los hechos, hizo que Fiscalía Centro Norte actuara de oficio y este viernes 17 de abril iniciara una investigación sobre el caso. Los denunciantes, en su mayoría hombres, relataron en la red social parte de sus experiencias con Müller ocurridas hace años, y que muchos de ellos hoy se han transformado en músicos, cantantes, youtubers, comunicadores audiovisuales o han participado en programas de televisión.
Este domingo, La Tercera publicó un reportaje sobre los incidentes y en los que incluyó entrevistas a algunos de los jóvenes que decidieron contar sus historias, entregando impactantes detalles de las acciones del fotógrafo para convencerlos de que fueran a su departamento. La publicación indica que conversó con uno de los gestores de la cuenta que destapó los casos, quién pidiendo resguardo de su identidad, explicó que la plataforma se empezó a planificar hace un par de semanas, pero que se eligió este momento para lanzarla porque las restricciones de movilidad impuestas por la cuarentena evitaría que Carlos Müller pudiera dejar con facilidad su domicilio.
“Muchos amigos fueron sus víctimas de acoso, los invitaba a su departamento en las Torres de San Borja. Sabíamos de su inclinación hacia los menores de edad y los recursos que utilizaba: su cercanía con artistas que los niños idolatraban, book de fotos ‘gratis’ y promesas de ‘fama’. Todo esto era un patrón recurrente”, contó el afectado al semanario.
A ello se agrega la habitual presencia del profesional en fiestas que, a fines del 2000 y principios del 2010, se organizaban a partir de Fotolog –red por la que abordaba a sus víctimas bajo el seudómino de Fotoshoc para ofrecerle sus servicios fotográficos a bajo costo-, de tribus urbanas como los “pokemones”, o bien eventos para menores de edad que se realizaban los domingos en la tarde en una disco capitalina. A estos lugares, Müller, de actuales 45 años, concurría contratado por los productores para hacer fotografías.
Dani Ride fue otro de los entrevistados por la publicación. El hoy cantante de 29 años, también youtuber y que participó en Yingo en 2011, tuvo su encuentro con el Müller el 2008. Contó que tenía 17 años y el fotógrafo le comenzó a hablar por Messenger. “Subieron unas imágenes mías a Fotolog, pusieron mi Messenger y así fue como me encontró. Me dijo que me había encontrado guapo y me agregó. No supe cómo reaccionar, pero quería encontrar gente con quién hablar; en ese entonces estaba muy depresivo, me había abusado un doctor a los 16 años. Me dedicaba a la música cristiana (…) Estaba pololeando, enamorado, pero él me decía que terminara porque obviamente era gay. Siempre intentaba hacerme sentir gay”.
Cuenta que la relación on line duró un año y tres meses y, cuando se ganó su confianza, lo invitó a su departamento. “Me ofreció fotos gratis, me dijo que ‘por la buena onda’, por mis atados familiares (…) Deben haber sido como 30 fotos. Me decía ‘relájate’, me agarraba la cintura (…) Me dijo que me pusiera una vestimenta sugerente, pero le dije que no, que era un cantante cristiano. Se enojó. El segundo beso se lo respondí, estaba muy confundido (…) Fui a su pieza y me preguntó si quería ver fotos de otras personas, pero le dije que no (…) Me hizo sexo oral, me vino la culpa y me fui a llorar al baño. Lloré mucho, él me decía ‘tranquilo, ahora te toca a ti’ (…) Entonces salí corriendo».
Otro relato lo entrega el instagramer y youtuber David Montoya, de 24 años. “Estaba en segundo medio (…), a la gente que él le tomaba fotos era gente gay que yo seguía (…) En ese tiempo era lo máximo tener una foto de Fotoshoc, lo que él usaba para abusar psicológicamente de las personas. Me cobró muy barato por una sesión de fotos, como 7 mil pesos y eso fue parte de su estrategia para que pasara algo conmigo (…) Lo contraté para que me tomara fotos, le pedí que me enseñara a editar, me llevó a su computador, me enseñó un par de cosas y luego me mostró fotos de hombres desnudos que él había fotografiado. No voy a decir que fue violación, porque fue con mi consentimiento. Ese día él me hizo sexo oral. Ahora me doy cuenta que fue un abuso porque él tenía más de 30 años y yo 15. Él se aprovechó del poder que tenía con la fama”.
La historia de Javiera Anais, transexual de 23 años, es conmovedora. “El 2012 tenía 15 años y era Bastián, un chico gay. En esa época era pokemón y era común en esas tribus querer ser popular”, narra la joven, agregando que luego de una reunión de todo el staff en el departamento del fotógrafo –ella trabajaba en la producción de las fiestas quinceañeras-, Müller le pidió que se quedara cuando el resto se fuera. “Cuando terminó de sacarme las fotos, me llevó a su pieza porque le pedí que las editara. Me senté frente al computador. Tenía muchas fotos de niños desnudos, eróticas, en blanco y negro (…) salía un niño que tenía las manos atadas en la espalda. Me empezó a dar besos y me dijo que me bajara los pantalones. Me pidió que me pusiera en la cama de guatita. Quería decirle “pucha, no quiero” pero no me dio la valentía. Sentía que fue solamente un chantaje por sacarme fotos gratis. Me fui como a las tres de la mañana a la casa de mi abuela en Maipú, corriendo a tomar una micro, no tenía plata para taxi y él tampoco me dio. Esa noche me llamó por teléfono para decirme que no le contara a nadie lo que pasó”. Javiera hoy reconoce que esa relación sexual fue claramente obligada.