Este lunes en “Juego Textual”, Sergio Lagos y las panelistas Katty Kowaleczko, María Jimena Pereyra, “Tita” Ureta, Begoña Basauri, “Pepi” Velasco, “Chiqui” Aguayo, Rayén Araya y Yazmín Vásquez recibieron al locutor y ex lector de noticias.
Notoriamente menos bronceado que como regularmente se le veía, Eduardo Cruz-Johnson partió contando acerca de su llegada a la TV. “Fue una casualidad. Yo trabajaba en un banco, se presentó un periodista a pedir un préstamo, se lo otorgué y le pregunté si hacían pruebas en TVN, donde trabajaba”, confesó.
Según relató, cuando iba saliendo de su prueba de cámara cruzó miradas con una rubia despampanante. “Ella cruza el umbral, se levanta los anteojos, se ríe conmigo, los baja y entra”, recordó Eduardo. Tras volver al banco recibe una llamada: era esa mujer, ni más ni menos que la entonces conductora del noticiero “60 minutos”, Raquel Argandoña. “Me dijo ‘Hola lolo, supe que viniste a dar una prueba. ¿Quieres leer noticias? Hoy a las seis tienes que estar acá’”, contó.
Sobre su clásico bronceado, en tanto, Cruz-Johnson confesó que se excedía en el solarium. “Yo me enterraba en el sol. Ciertamente por vanidad, pero también porque el sol me daba energía, me sentía distinto”, indicó.
Según rememoró, precisamente se hacía acompañar por Raquel Argandoña para broncearse. “En ese tiempo yo animaba festivales con ella, con Paulina Nin y con Pamela Hodar, y en la mañana nos íbamos a tomar sol. Veinte minutos de frente, veinte minutos de espalda, no más”, recordó, aunque aseguró que nunca tuvo nada con la animadora.
Tras repasar escenas de su participación en el programa “Acoso Textual” en 2004, donde ejerció primero como invitado y luego como panelista, Eduardo aseguró que su relación actual con el sol ya no es la de antes. “Ahora ya no tengo interés en broncearme, ya no tomo sol (…) Me miro ahí y digo: ¿Cómo alguien no me decía que no tomara tanto sol? Me encuentro gordo y quemado. ¿Cómo nadie me decía?”, señaló.
Su familia
Revisando una foto donde está con sus tres hijos, Eduardo, de 38 años, Ignacio, de 34, e Isidora, de 27, el locutor indicó que el exceso de trabajo le pasó la cuenta con su familia, primero, estando muy ausente de la vida de sus hijos. “Por ser muy trabajador los perdí. Me dediqué a trabajar y estudiar, y cuando llegaba al dormitorio de ellos, los veía todos rosaditos y lloraba porque me habría gustado abrazarlos más”, dijo.
Por eso, aseguró estar arrepentido del camino que tomó. “Mirándolo ahora, no valió la pena. Quizás materialmente, pero si volviera atrás, sería totalmente distinto. Los abrazaría, los besaría, los acompañaría, me quedaría dormido con ellos, cosa que no hice nunca”, dijo, agregando que afortunadamente ahora están muy unidos.
“Es probable que me haya hecho click el hecho de que yo no tuve un padre y dije ‘a ellos no les puede faltar un padre’. Ahora los veo todo el tiempo, los llamo todos los días, tenemos casi una vida de casa. Tenemos una relación fraterna, también con mi ex mujer”, finalizó.