El 28 de enero pasado, Denise Rosenthal plasmó en su cuenta de Twitter su molestia por el hecho de que se informara a través de diversos medios que Paloma Mami alcanzó el primer lugar de las reproducciones de artistas nacionales en Spotify, superando a Mon Laferte. En sus descargos, sumamente comentados al punto de llegar a ser Trending Topic, se quejó de que hicieran comparaciones entre ambas artistas y que se las «hiciera competir».
Inicialmente me pareció inexplicable tanto enojo de parte de Denise y de algunas de sus colegas que anteriormente se han manifestado en términos similares. ¿Por qué tanta aversión y demonización a la competencia y a las comparaciones, como si fueran automáticamente sinónimos de rivalidad y mala onda? ¿Tendrá que ver con un tema generacional, eso de que los millenials son la “generación merengue” y que no resisten los cuestionamientos? ¿Será que tuvieron malas experiencias en los programas de talentos musicales donde muchas de ellas participaron, en los cuales había una fuerte componente de competitividad? ¿Tendrá algo que ver el auge de la causa feminista de estos últimos años?
Intuyo que la respuesta va más por el tema feminista y tiene que ver con el concepto de “sororidad”, que se refiere a un lazo de hermandad entre mujeres para enfrentar los problemas sociales que las afectan, como la violencia machista, la discriminación, etc. En principio me parece súper loable, positivo y hasta necesario que las mujeres decidan no rivalizar entre ellas y hacer un frente común para enfrentar los problemas que les atañen. Ello explica por ejemplo que Adriana Barrientos haya sido destrozada sin misericordia por sus seguidoras en redes sociales por haberse burlado cruelmente de la desgraciada situación de Nicole Moreno con su hijo. Sin embargo, ¿no será “too much” apelar a la “sororidad” respecto a las comparaciones entre artistas, en especial si son de géneros tan diferentes como el caso de Mon Laferte y Paloma Mami?
La carrera musical es competitiva por definición y esencia. La industria de la música tiene como hitos relevantes los rankings de radios y revistas especializadas, número de discos vendidos, descargas en I-Tunes, reproducciones en Spotify, premios diversos, etc. Es parte del cuento, y el que quiera entrar en la música inevitablemente tendrá que aprender a convivir con ello. Por otro lado, las comparaciones entre artistas y estilos resultan inevitables, y son parte del análisis musical. Cuando Camila Gallardo se presente en el Festival de Viña, muchos contrastaremos mentalmente su show con el de Mon Laferte el 2017. Muchos harán comparación entre las puestas en escena de Denise Rosenthal y las de ídolas teen anglo como Demi Lovato, Selena Gómez, Katy Perry y Camila Cabello, y así. La comparación y el análisis crítico de su trabajo siempre existirán, más allá de que se haga con mejores o peores argumentos, o con buenas o malas intenciones. Usar el pretexto de la “sororidad” para tratar de impedir el análisis crítico de su trabajo, aparte de estar condenado al fracaso desde el inicio, revela temor y poca tolerancia a la crítica y a la frustración.
Por otra parte, ¿que compitan significa que terminen odiándose y sacándose los ojos entre ellas? No necesariamente. Existen notables casos en la historia de la música donde artistas o grupos que claramente competían en los rankings se profesaron admiración mutua entre ellos, usaron esa supuesta “rivalidad” para motivarse a hacer mejor música y potenciarse entre sí e incluso llegaron a colaborar. Esto se conoce como “coopetición”, la colaboración estratégica entre competidores. Este concepto proviene del mundo de la empresa, pero muchos de sus mejores ejemplos se han visto en el mundo de la música.
Quizás el más claro ejemplo de “coopetición”· se dio entre dos de las bandas más importantes de los años 60 del siglo XX: Los Beatles con los Beach Boys. El mejor álbum de los cracks de la música surf, «Pet Sounds», fue una respuesta al «Rubber Soul» de Los Beatles; y el «Sgt Pepper» de los de Liverpool, considerado por muchos el mejor álbum de la historia del rock, surgió como respuesta al «Pet Sounds». Y no hay odio entre ambas bandas. Por el contrario, hay admiración mutua. El mismo Paul McCartney ha declarado que «Pet Sounds» es su álbum favorito; «Back in the U.S.S.R.», la primera canción del Álbum Blanco, es un claro tributo a los Beach Boys; y algunos de los integrantes de la banda californiana viajaron con los Fab Four a la India a las sesiones con el Masharishi. Otro ejemplo claro fue el de la supuesta “máxima rivalidad musical” de esa época, la de los propios Beatles con los Rolling Stones. A pesar de la leyenda urbana, hubo amistad, admiración y cooperación mutua entre ambas bandas. La primera canción que grabó la banda de Mick Jagger fue “I Wanna Be Your Man”, compuesta por Lennon/McCartney; Los Rolling participaron de la histórica grabación de “All You Need is Love”, John Lennon participó del “Rock and Roll Circus” de los Rolling, y así. Esto también se ve en ambiente de los youtubers, en donde en ciertos grupos, como los de divulgación científica y divulgación musical, se ven con bastante frecuencia colaboraciones entre ellos y muy buena onda.
En resumen, una competencia bien llevada no tiene por qué ser perniciosa ni llevar a rivalidades dolorosas e innecesarias. Por el contrario, te puede motivar a aprender e intentar cosas nuevas, a crecer y, a la larga, a ser cada vez mejor artista. El problema no está en la competencia en sí, sino que en las personas que compiten. Si para triunfar tienes que destruir a los colegas, el que tiene el problema eres tú, no la competencia. Sin perjuicio de que muchas veces el ambiente tiende a estimular la competencia perniciosa donde solamente uno se lleva la gloria y el resto son una manga de fracasados, la historia ha demostrado que una competencia bien entendida hace que todos los grupos crezcan, y que el gran ganador sea el público. Eso pasó en los años 60’s, y tal vez fue uno de sus mejores legados: músicos talentosos trabajando como locos y cooperando entre ellos para producir cada vez mejor música. A lo mejor eso explica toda la riqueza musical que surgió en esos años.