La polémica entre Yerko Puchento y la dirigente de derecha Cecilia Pérez ha escalado a niveles insospechados: la ex ministra del gobierno de Piñera amenazó con demandas, solicitud de indemnizaciones y hasta con suspender las transmisiones del canal, y puso en debate el tema de los límites del humor.
Al respecto, concuerdo con lo señalado por la deslenguada y asertiva periodista y comediante Bernardita Ruffinelli en su blog: los límites los pone el público. “Vértigo” es uno de los bastiones de la programación de Canal 13, y sin el personaje de Daniel Alcaíno “Vértigo” simplemente deja de existir. Objetivamente la gente espera a Yerko y quiere verlo, pues de alguna manera se ha transformado en el “bufón de la corte”, en ese personaje divertido que nos dice las verdades en la cara. Stefan Kramer y los humoristas del Festival de Viña también cumplen ese rol en la TV, el cual se hace muy necesario.
Cecilia Pérez tiene derecho a enojarse por las bromas, pero creo que se ha extralimitado. La solicitud de suspensión de transmisiones es una idea fascista y exagerada, que solamente se esperaría de tipos delirantes como Nicolás Maduro. El presidente de CNTV dijo con toda razón que se veían cosas peores en TV. Si a Canal 13 hay que acallarlo una semana por lo de la “Monga”, ¿qué sanción habría que aplicarle a Mega por todo lo sucedido en “Doble Tentación”? A la ex ministra le salió brutalmente el tiro por la culata. Pasó de víctima a victimaria, o peor aún, a transformarse en la mejor publicista y libretista de Yerko Puchento. Gracias a ella, Yerko revitalizó un show que estaba dando evidentes muestras de desgaste por el excesivo bullying colegial a gente como Luli o Karen Paola. Además, con esto queda en tela de juicio la idoneidad de Cecilia Pérez para actuar en política o asumir cargos de gran responsabilidad. En el complicado mundo de la política que te traten de “fea” es de lo más “light” o “suavecito” que te puede pasar. Si no eres capaz de soportar que un bufón de la TV te tire una talla tan penca, entonces mejor no te dediques a la política. No están los tiempos para tener gente de cartón o de “cutis sensible” en puestos de gobierno. Si a esto le sumamos la evidente reticencia de Sebastián Piñera a participar en debates “de verdad” con Manuel José Ossandón, me pregunto qué les pasará cuando Donald Trump los interpele con sus rudos modales.
También se discutieron los límites del humor a propósito de un video que salió en Internet de una rutina de la transformista “Botota Fox” en la cual se reían de Nabila Rifo. En un ambiente altamente sensibilizado con los temas de violencia de género y donde un desliz en el tratamiento del tema le costó el puesto al Director de “Bienvenidos”, resulta evidente que hacer comedia con este caso resulta a lo menos poco prudente. Sin embargo, hay un detalle: el video no correspondía a un show televisivo, sino que a un espectáculo en una discotheque, en un recinto cerrado. Si la Botota hubiera realizado esa rutina en “Minas al Poder” o en otro programa televisivo, le habrían dado una justa y merecida PLR como a Murdock después del chiste judío (al igual que al editor que dejó pasar el chiste) Pero tratándose de un show cerrado, donde la gente paga por ver ese tipo de humor y sabe a lo que va, lo único que se le puede reprochar es que haya tenido la mala idea de publicar el video. Los que hemos ido a shows humorísticos pagados sabemos que lo hacen los humoristas ahí no es lo mismo que hacen cuando van a la TV. Todas las semanas tenemos comediantes en teatros, pubs y casinos riéndose de Hans Pozo, del aborto, de la tragedia de Juan Fernández, del suicidio de Bonvallet y de quizás cuántas cosas más que no les aceptarían en un show televisivo. Incluso los humoristas más reconocidos lo hacen. Recuerdo un show de Álvaro Salas en una fiesta mechona de la USM a principios de los 90 cargado al garabato y al doble sentido, y donde gran parte de su rutina se basaba en el tema del SIDA y su relación con la homosexualidad, con Rock Hudson (actor de Hollywood homosexual muerto de esa enfermedad) subido al columpio de forma inmisericorde. Esa rutina no se la habrían aguantado en TV en esos momentos……y creo que ahora tampoco. En los años 80 todos sabíamos que lo que hacía Daniel Vilches en el Festival de la Una no era ni por asomo igual a lo de sus shows revisteriles o a lo de sus míticos cassettes ochenteros, epítomes de lo transgresor y prohibido en esa época pero que ahora suenan blandengues y anticuados, como esos programas humorísticos radiales de antaño como «Radiotanda» o «La Bandita de Firulete», pero con profusión de garabatos.
Después del desmadre simbolizado por el “sin censura” de los míticos viernes del “Mentiras Verdaderas”, la gente se puso sensible. Muchas cosas de las que nos reíamos sin problemas hasta hace poco ahora causan resquemor. El chiste de Camila Vallejos con Mackaulay Culkin que causó molestia en el festival de Viña del 2016 había sido contado por Edo Caroe tres años antes en ese programa y pasó colado. En el resumen de aniversario de ese mismo programa del año pasado se emitió un chiste de esa época bien “pasado para la punta” de Oscarito Alvarez. El chiste, que fue bien recibido en su momento, pasó a ser fuertemente criticado y tanto Oscarito como Ignacio Franzani tuvieron que disculparse. El año pasado, en su serie “45 años de un Coco”, TVN presentó un video del café concert “La Década de un Coco” de inicios de los 90. En una parte de la rutina, Coco Legrand hacía referencias poco favorables a los “rotos”, las que fueron emitidas sin problemas por Mega (entonces Megavisión) en esa época, pero que fueron suprimidas por TVN, seguramente porque ahora se consideran inaceptables por lo “clasistas”.
Ahora ya no es tan fácil reírse de los curaditos, los gays, los gangosos, etc. Incluso comediantes considerados “blancos” y “de salón” como los fallecidos Firulete y Juan Verdaguer tendrían problemas. Gente históricamente subida al columpio se está enojando y haciendo sentir su molestia, lo cual resulta comprensible. Esto le pone un gran desafío a los humoristas: ¿cómo salgo jugando en esta situación? ¿Respeto los límites, los traspaso sin asco o coqueteo con ellos? Cada humorista tendrá que tomar su opción. Creo que hay lugar para la irreverencia bien pensada, como lo demuestran Edo Caroe, Natalia Valdebenito, Stefan Kramer, Jorge Alís, León Murillo y Fabrizio Copano, donde uno sabe qué límites se traspasan, con cuáles se puede coquetear y cuales mejor respetarlos.