Camila Gallardo, ahora “Cami”, ha tenido un año espectacular: exitosas presentaciones en el Festival de Olmué y la cumbre del rock chileno; shows a tablero vuelto en todo Chile; presencia permanente en TV, y en los rankings radiales y de streaming; apariciones destacadas en “Operación Triunfo” y otros programas en la TV española; una memorable aparición en la Teletón y un espectacular debut en el Movistar Arena. La ahijada artística de Luis Fonsi se apronta para su mayor desafío hasta ahora: enfrentar al Monstruo de la Quinta Vergara. Su actuación es uno de los números más esperados para el próximo Festival de Viña. En lo personal no me cabe duda que la va a romper. Tiene calidad y repertorio de sobra para ello. Lo verdaderamente interesante estará en verificar si logrará repetir el fenómeno sociológico que logró Mon Laferte el 2017.
Sin pretender establecer una innecesaria rivalidad entre estas dos tremendas cantantes, resulta inevitable hacer paralelos entre ambas, pues tienen muchas cosas en común: nacidas en Viña del Mar; se dieron a conocer en concursos de talentos televisivos (“Rojo” en el caso de Mon, y “The Voice” en el caso de Cami); han vivido situaciones personales y familiares duras que las han marcado (aunque lo de Cami no está ni cerca del verdadero “guión de teleserie venezolana” que ha vivido Mon Laferte); y ambas han construido sus carreras “a pulso”, haciendo la música que les sale de las entrañas, y logrando compatibilizar calidad artística con éxito mediático. Para mí son las dos mejores cantantes chilenas del momento. Primera está Mon, que hace rato juega con total propiedad en las ligas mayores de la industria musical, pero Cami tiene todo dado para entrar en ese nivel.
Cami y Mon Laferte despuntaron en una época fértil para la música femenina en Hispanoamérica. Son parte de un grupo creciente de cantantes mujeres con muchos rasgos en común, a las que yo denominaría “las Fridas”, en referencia a la artista mexicana Frida Kahlo. La lista de “Fridas” hasta hora la integrarían: las mexicanas Julieta Venegas, Natalia Lafourcade, Carla Morrison y Ximena Sariñana; las citadas chilenas Cami y Mon Laferte; la portorriqueña Ile (antes PG-13); y la española Rosalía. Algunas que podrían estar también son las chilenas Camila Moreno, Ana Tijoux y otra surgida en “Rojo”, María José Quintanilla (el día en que privilegie su carrera musical).
¿Qué tienen en común estas “Fridas”? Son todas “guapas” en todos los sentidos posibles de la palabra: guapas de bellas, y guapas de valientes. Son personas con tienen opinión clara frente a diversos temas, y que no temen expresarlas; grandes cantantes, dueñas de voces maravillosas; talentosas y buenas ejecutantes; son “secas” en cuanto a conocimiento musical: saben mucho y lo demuestran; están empoderadas artísticamente. Tocan la música que les sale del alma, y son las llevan el control de todo el proceso creativo, llegando en algunos casos a ser sus propias productoras; manejan un estética preciosa muy cargada a lo “vintage”, con referencias a grandes íconos femeninos latinos como Carmen Miranda, Tongolele, Celia Cruz y la propia Frida Kahlo; practican sin complejos el mestizaje musical, y se mueven por diferentes estilos sin problemas; son grandes amantes del folclore y del cancionero romántico y bailable hispanoamericano, y su obra suele tener un toque “vintage” al cual han sabido rejuvenecer y actualizar al agregarle toques de rock, pop, ska, rap, hip-hop y hasta reggaetón.
Muchos de los mejores trabajos de los últimos años han salido de las “Fridas”: “Volumen I”, “La Trenza” y “Norma” de Mon Laferte; “Rosa” de Cami; “Hasta La Raíz” y “Musas” de Natalia Lafourcade, “Ilevitable” de Ile y “Mal Querer” de Rosalía.
Música que transita entre el tributo al legado musical hispanoamericano y temáticas fuertemente cargadas al feminismo. En particular, “Norma” y “Mal Querer” son verdaderos trabajos conceptuales, artísticamente sofisticados y que han sido sujeto de muchos análisis y estudios. El caso del último álbum de Mon Laferte ya fue analizado en un artículo anterior. El de Rosalía ha sido motivo de controversia, pues sectores puristas del flamenco la han acusado injustamente de “apropiación cultural”. Rosalía es una artistaza de aquellas, es como si Selena Gómez, Demi Lovato o Camila Cabello fueran poseídas por el espíritu de Lola Flores. Su álbum está basado en un libro de poemas anónimo del siglo XIII en el cual se relata la historia de una mujer maltratada por su flamante esposo. A partir de este idea, Rosalía construye un universo cargado de simbolismos, con mucha experimentación musical y donde mezcla el flamenco con influencias urbanas. Hace poco el músico y youtuber español Jaime Altozano colgó en Youtube un exhaustivo análisis del “Mal Querer”, y días después la propia Rosalía le ha respondido a través de su Instagram. Este episodio marcó un hito en la forma en que los artistas se relacionan con su público: por primera vez un artista se salta a los medios tradicionales y demás intermediarios y establece un contacto directo con el público.
“Rosa” de Cami, sin tener esas complejidades ni ser conceptual, es un trabajo muy bien logrado. Confieso que hace un par de semanas pasé un mal momento por temas personales y laborales, y estaba tan cargado de rabia que no podía conciliar el sueño. En un momento dado me puse a escuchar el show de Cami en la Teletón, y me hizo sumamente bien, pues me permitió conciliar el sueño y dormir. Puedo dar fe que la música de Cami hace bien para la salud mental, y eso no es menor. “Querida Rosa” es una canción perfecta para dedicar a un ser querido fallecido, de forma similar a “El Cristal” de Mon Laferte; “Abrázame” es un verdadero himno a la buena onda de gran factura artística, que fue usado hasta el cansancio en el “Mucho Gusto”; “Un Poco Más de Frío” es un hermoso alegato de despecho en clave Inti Illimani; “Ven” (compuesta a dúo con Francisca Valenzuela) y “Más de la Mitad” (de autoría de Luis Fonsi) contienen letras cargadas de asertividad; y “Fuerte” es la canción perfecta para dedicársela a alguien que está pasando por un mal momento. Son letras positivas y tiradoras para arriba sin clichés empalagosos, acompañadas de música muy bien hecha y la agradable presencia de Cami y su voz de rockera a lo Janis Joplin.
Estas talentosas “Fridas” tienen mucho que decir. Aún son jóvenes, pero pareciera que llevaran décadas de trayectoria. Ojalá nos sigan regalando su hermoso arte por mucho tiempo más.