Manuel (Álvaro Espinoza) y Sandra (Mariana Loyola) viven en Santiago hace pocos meses, llegaron a la capital, tras la trágica muerte de su pequeño hijo en el tsunami que azotó a la isla Juan Fernández. Juntos tratan de salir adelante y superar el dolor, ella no lo sabe, pero Manuel lleva varios meses sin trabajo, ha sido despedido por sus problemas de carácter. Fue precisamente Felipe Camiroaga quien los ayudó a instalarse luego de la tragedia y recomendó a Manuel a una productora independiente de TV como camarógrafo.
Sandra se decide a contar a su esposo una noticia bella, pero difícil por la muerte del hijo, está embarazada. Sorprendido –y preocupado- Manuel trata de demostrar alegría, de inmediato intenta recuperar su trabajo en la productora, pero la depresión que arrastra desde la muerte de su hijo le impide concretar con éxito su cometido. Preocupada, la mujer decide llamar a Felipe y pedirle nuevamente su ayuda, Felipe es cálido y cercano y los cita al día siguiente en el canal, pero el conductor del «Buenos Días a Todos», sale raudo al aeropuerto y no logran encontrarse. Parte rumbo a Juan Fernandez, en una misión solidaria junto a “Levantemos Chile”, lo acompañan Felipe Cubillos y varias personas más.
Sandra y Manuel quedan decepcionados por no haber podido conversar con su amigo. Esa misma tarde, todo Chile se entera de la desaparición del avión que lleva al animador de TVN a Juan Fernández, por lo que la pareja se une al gran grupo de personas que se agolpan fuera del canal, que piden noticias y que rezan por rostro de televisión.
En este momento, Manuel se sincera con Sandra, juntos se abrazan, se perdonan y rezan para que Felipe salga ileso. A medida que pasa el tiempo, las noticias son desesperanzadoras, la gente se aglutina en la puerta del canal, llevan velas y posters. Horas después, el ministro de Defensa de la época, Andrés Allamand, confirma el peor de los pronósticos: el avión se accidentó y no hay sobrevivientes, es un día de duelo nacional.
Abatido, el matrimonio decide abandonar Santiago y volver a la isla, pero a último momento Sandra y Manuel reciben un regalo inesperado, una carta y un contacto serio de trabajo que Felipe les había dejado antes de iniciar el vuelo a la isla. Desde algún lugar, el Halcón de Chicureo sigue cuidando a sus amigos.