El 4 de agosto de 1962 el mundo se enteró conmocionado de una noticia inesperada: Marilyn Monroe había sido encontrada muerta esa madrugada en su departamento de Los Ángeles. Su cuerpo, desnudo, yacía sobre la cama de su habitación y a un costado, en la mesa de noche, había frascos de barbitúricos.
La autopsia reveló que su deceso se debió a una sobredosis y la causa de la muerte fue calificada como probable suicidio. Tenía 36 años.
Había desaparecido la diva indiscutida de Hollywood, y al igual que otras estrellas fallecidas prematuramente como James Dean, se convirtió en un ícono hasta el día de hoy presente en la cultura popular.
Pero desde el momento mismo de su muerte se instaló la sospecha de que tras su muerte pudo ocultarse una conspiración, dudas que a lo largo de los años se fueron acrecentando. Esto, porque los policías que llegaron hasta el domicilio de la actriz notaron que la escena parecía alterada: las sábanas estaban cambiadas y limpias y el cadáver había sido movido. Además, hubo incongruencias en los testimonios de quienes habían encontrado el cuerpo.
En un principio tampoco había una jarra de agua y un vaso con el que ella hubiese podido tomar las pastillas, pero más tarde, cuando llegó otro grupo de policías y forenses, extrañamente sí figuraba un vaso.
Sin embargo, han pasado los años y la muerte de Marilyn Monroe ha persistido como un gran misterio… uno que ahora sí podría resolverse porque, según el periódico Daily Mail, un expolicía llamado Mike Rothmiller asegura que hace cuatro décadas tuvo acceso a documentos secretos que se encontraban en el centro de archivos de la División de Inteligencia contra el Crimen Organizado de Los Ángeles, los cuales indicaban que la actriz fue víctima de un posible asesinato.
Según su testimonio, Marilyn estaba en antecedentes sobre demasiados trapos sucios que implicaban al entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, y a su hermano Bobby, que ocupaba el cargo de Fiscal General, de quienes habría sido amante. También estaba involucrado un cuñado de ambos, el actor Peter Lawford.
Rothmiller señala que fue Bobby Kennedy quien obligó a Marilyn a ingerir un veneno que acabó con su vida, mientras Peter Lawford estaba de pie y observaba cómo sucedía todo. Afirma también que 20 años después él le contó acerca de este descubrimiento a Lawford y que el actor se derrumbó y le confesó que era cierto.
El expolicía expresa que hasta hoy se mantuvo en silencio debido a que temía por su vida, porque mientras hubiera oficiales de policía de alto rango de la época aún vivos, podrían haberlo amenazado a él y a su familia. Incluso asegura que todavía siente miedo.
De hecho, cuenta que en agosto de 1982, solo semanas después de que Lawford le confesara lo que realmente sucedió, fue objeto de un intento de asesinato por parte de un hombre que se detuvo junto a su automóvil en una motocicleta y le disparó con una pistola semiautomática.
No obstante, Rothmiller afirma que cree que es el momento de que el mundo sepa la verdad, aunque reconoce desconocer dónde se encuentran actualmente los documentos incriminatorios. Indica que en el momento en que los descubrió no pudo realizar copias de los mismos, pero añade que, impactado, tomó rápidas notas de todo lo que leía.
Pasados los años, en 1997 la División de Inteligencia contra el Crimen Organizado se fusionó con la división antivicios de la policía de Los Ángeles y el centro de archivos donde Rothmiller hizo el descubrimiento desapareció y, con ello, también los documentos que albergaba.
Nunca supo si fueron destruidos o fueron trasladados a un lugar secreto.