La chilena reconocida como la «Geisha» dio a conocer partes inéditas del doloroso episodio y, además, contó que el productor ejecutivo del reality, Nicolás Quesille, le hizo una «encerrona» en ese momento.
Las revelaciones sobre los clásicos reality no paran. Se pudo observar cómo Angélica Sepúlveda hace unos días hizo noticia por contar que estaba embarazada de Arturo Prat cuando vivió la final de «1810» de Canal 13, sorprendiendo a la audiencia y a quien entonces fuera su pareja. Pero esta vez, se trataría de una persona adyacente a la protagonista quien llamaría la atención por un íntimo relato.
Se trata de Anita Alvarado, quien en conversación con el programa «Mentiras Verdaderas» de La Red, revivió el triste momento que marcó a su familia: Angie, su hija, iniciaba con 18 años su carrera televisiva entrando al reality «Pelotón», donde se mostró a la joven manteniendo relaciones sexuales con Nabih Chadud.
La escena remeció al país. Por un lado, un contenido así no había sido mostrado antes en televisión abierta, pero por otro, y según como declara Alvarado, lo que estaba planeado en ese momento era el hecho de mostrar a «la hija de la prostituta teniendo sexo públicamente», narrativa que a ella la destrozó y la llevó a rezar para que «Nicolás Quesille nunca más tenga un reality exitoso».
Pero además, la empresaria reveló que la producción del canal, encabezada por Quesille, la invitó a ver el capítulo en cuestión, haciéndole una «encerrona» donde sólo buscaron humillarla. «Empecé a notar algo raro, me senté en el suelo, porque cuando a mí me da debilidad prefiero estar en el suelo, y me senté a ponerme a llorar. Ahí miré a la productora y ella me abrazó, me dijo: ‘Si hubiera sabido, yo no te habría acompañado’, porque ella también era mamá».
Pero el dolor de la madre de Angie no terminó ahí, ya que, comentó que ella misma fue quien motivó a su hija para que ingresara al encierro: «Yo incentivé a mi hija para que entrara, le dije ‘entra porque te vas a separar de ser la hija de Anita Alvarado, vas a ser Angie Alvarado’. Todo el rato me sentí culpable».