Desde 1994, la actriz ha sido parte de diversas teleseries como “Champaña”, “Fuera de Control”, “Piel Canela”, entre otras. En el nuevo episodio del podcast «Impacto en el Rostro», Andrea Freund repasó su carrera televisiva y algunos personajes que interpretó, como la profesora Rosario Gaete de “Romané”, quizás su rol más reconocido de la pantalla chica.
Sara Oyarzún fue tu personaje en “Champaña”, la teleserie de Canal 13 del ’94. Un personaje que muere en el primer capítulo, en medio de una celebración de cumpleaños. ¿Cómo llegaste a esta teleserie dirigida por Cristian Mason?
Estaba recién egresada en la escuela de teatro, hice un casting para TVN y Canal 13 y quedé en los dos canales. Ésa es una historia que muy poca gente sabe. Y yo le di la mano a Cristian Mason diciéndole “ya, ok, voy a estar contigo”. Él es mi descubridor. Y luego, en TVN, la Quena Rencoret me dice “Andrea, quedaste”. Y yo como le había dado la mano a Mason, le dije a la Quena, “pucha, quedé con Cristián Mason”. Y ella me dijo, “ok” (…) Nunca más me llamó en la vida. Yo creo que fue el peor error de mi vida, porque después llamó a la Paola Volpato para lo que me había llamado a mí, la mejor amiga de Ángela Contreras en la teleserie “Rojo y Miel”… Y bueno, hice “Champaña”, que por lo demás fue súper divertido porque, no era que yo muriera en el primer capítulo y no apareciera más, la teleserie rondaba en la historia de “quién mató a Sara”. El personaje supuestamente era como central, pero no era protagónico. Primero, yo tenía muy pocas escenas, que sólo eran del recuerdo de algunos personajes. Y de repente se dieron cuenta que como habían escrito la historia, nadie conocía a este personaje. Entonces, ¿a quién le iba a importar por qué murió Sara si no tenían material para entregar? ¿Quién era esta niña? Y como locos empezaron a inventar escenas, tuvimos que improvisar (…) Yo lo pasé chancho, porque me tocó de piquero entrar a grabar con Alfredo Castro, Gloria Münchmeyer, Pepe Secall. Todos eran top, así que, imagínate. Estuvo también Malú Gatica, maravillosa, que de ella aprendí mucho, fue mi maestra. Entonces, claro, tuve la fortuna que aprendí mucho en esa teleserie y porque pude hacer mi carrera en Canal 13, pero por otro lado, con el tiempo, la Quena nunca más me abrió una puerta. Y también la entiendo. Ahora, yo le dije, yo le di la mano a Mason. Yo no conocía a nadie, estaba recién saliendo de la escuela, entrando al mundo de la televisión. Y te voy a hacer bien sincera, las teleseries no eran algo que me volvieran loca. Lo que pasa es que había que trabajar, había que ganar plata. A mí lo que me interesaba era tener mi compañía de teatro. Por lo menos en mi generación funcionábamos así. La televisión era como “a lo mejor, quizás”. Pero se dio la oportunidad y había que pagar cuentas. Yo ya tenía una hija, entonces había que vivir.
¿Qué te pareció la propuesta de “Champaña”?
Siútica. (se ríe) Canal 13 me maquillaba como mono en esa parte de la presentación, con los ojos (…) No me gustó, para qué te voy a decir una cosa por otra. Pero aprendí mucho, le agradezco a Mason hasta el día de hoy, porque después trabajé harto con él, me adoraba, nos hicimos muy amigos, también con la Ana María Gazmuri, que era su pareja. Pura buena onda, nada que decir. Humanamente hablando yo tengo muy buenos recuerdos de la televisión.
En “Top Secret” fuiste Macarena Mena, hija de un diputado interpretado por Cristián Campos…
Fue un buen año. Me gustó, además que teníamos un equipo muy entretenido. Mis hermanas eran la Viviana Rodríguez y la Tamara Acosta, éramos el trio dinámico. Todo lo que no se vio en cámara fue lo mejor (Ríe). Yo lo pasé muy bien haciendo esa teleserie.
Fue una producción dirigida por Óscar Rodríguez. ¿Con qué director de esa época tuviste más feeling?
Con Mason, porque partí con él. Él era “mi descubridor”, entonces nos cagábamos de la risa con eso. Y además nos hicimos amigos con el tiempo. Al Óscar le tengo un gran cariño, porque además él era amigo de mi padre, porque eran vecinos en El arrayán. Con Ricardo Vicuña no tuve ningún problema en particular, pero yo se que él no me quería mucho. Muchas veces le exigieron que me pusieran en roles donde él siempre quería poner a la Pancha Merino, eso yo lo sé. Y la Nené Aguirre, que era la productora, le decía… “pongamos a la Freund”. Eso me lo dijeron a mí, entonces yo tenía que defender el estar ahí. Y de repente tenía un trato el Vicuña, ese trato que hoy en día, imagínate, absolutamente inaceptable. Entonces uno ahí aguantaba, no quedaba de otra. Pero tampoco tengo algún reparo en particular, ninguna mala onda, ni nada. Pero tenía más buena onda con Mason y mucho cariño a Óscar Rodríguez.
Fuiste una actriz estable del elenco del primer semestre de Canal 13, en donde hiciste teleseries como “El amor está de moda” y “Marrón Glacé, el regreso”, entre otras. Una de ellas era “Eclipse de luna”, donde interpretaste a Claudia Riva, en una producción grabada en el pueblo de Guacarhue, en la sexta región…
“Me cargüe”, como le decíamos (ríe). Lo que pasa es que pegarse el pique todos los días para allá era un tema. No había donde alojar. Ojalá hubiéramos alojado. Era ir y volver a Santiago. Y las condiciones (…) Por suerte teníamos una parroquia donde podíamos hacer pipi. Las condiciones eran paupérrimas. Ahí era mi hermana la Aline Kuppenheim, que ya éramos amigas, hasta el día de hoy. Entonces nos entreteníamos mucho juntas.
Volviste a trabajar junto a Óscar Rodríguez en “Fuera de Control”, donde interpretaste a Isadora, una de las secretarias del diario de Willy Semler…
Te voy a ser súper sincera, yo no estaba en ese elenco. No me acuerdo bien la situación, pero no se por qué me metieron a hacer ese personaje que era la secretaria de Willy. La cuestión es que yo en esa teleserie estaba de peón, como que no cachaba nada, todo funcionaba como por otro lado. Yo estaba metida ahí, como que tenía que actuar con el Boris Quercia, con el Willy (…) No tenía mucha más participación en la historia, ni con los otros actores. Ni me acuerdo mucho de la teleserie. ¿Era la de la Mellafe?
Sí…
Con el tiempo supe que fue una teleserie de culto…
De Isadora pasaste a interpretar a Rosario Gaete, en “Romané”. Se trataba de una profesora que se enamoraba de un alumno gitano, Mirko, interpretado por Pablo Schwarz…
La quiero mucho a la Charito. Lo que pasa es que no sólo al personaje le tengo cariño, esa teleserie es ícono. La han repetido ¿cuántas veces? El trabajo ahí fue maravilloso, desde todo punto de vista. Desde la investigación que se hizo para trabajar con los gitanos hasta el elenco, todo lo bien que lo pasábamos. Ahí sí que era todo top. Viajábamos una vez al mes a Mejillones, maravilloso, fue una gran experiencia, a todo nivel. Además, trabajé con Sabatini que era algo que tenía ganas de hacer.
¿Cómo surgió esta invitación de TVN?
Me acuerdo perfecto. Me llamó la secretaria de Sabatini. Este papel era para la Ángela Contreras y ella quedó embarazada. Y llamaron a la Aline Kuppenheim, pero ella se estaba yendo a Francia. Entonces fue como “Andrea, vente ahora”. Entonces tuve igual que hacer un casting, tuve que tener una reunión tanto con Vicente Sabatini como con Claudia Di Girolamo. Luego me llamaron y me dijeron que había quedado. Entonces no renové con Canal 13.
“Los Gaete”, tu familia en “Romané”, fueron interpretados por Delfina Guzmán, Óscar Hernández y Álvaro Espinoza…
Fue un honor haber trabajado con la Delfina, yo ya la conocía por el teatro. Con el Óscar también nos cachábamos, había buena onda. Al Álvaro no lo conocía porque era una de sus primeras teleseries, pero era buena onda. Era una familia media disfuncional porque no nos pescábamos mucho, como que cada loco con su tema. Además, esta Charito que después se enamora del gitano (…) Para la mamá que era como la típica mujer que quería ascender en el pueblo, era nada que ver que la hijita dorada se metiera con el gitano. Entonces yo era como la oveja negra de la familia. También tuvo una relación con el personaje de Francisco Melo, que tenía una mamá que era bien jodida, que era la Marés Gonzalez. Maravillosa, otra mujer increíble, otro honor haber trabajado con ella. Marés González era cosa seria, pero a mí me encantan las personas así. Así que, en mi caso, mientras más duro, mejor. Ella era así, tenía su carácter, golpeaba fuerte la mesa. Me acuerdo que tenía dos finales. Como los chilenos no nos podíamos casar ni hacer pareja con los gitanos, por una orden gitana y todo un cuento que hubo, entonces no se les ocurrió nada mejor que mi personaje se volviera loca. Al final las últimas escenas que tengo que grabar eran de chiflada. Era para sacarla de la ecuación.
¿Qué te pareció el final?
Fome. Es que había otro final en general que no era sólo mi personaje, sino de toda la historia, que era muy bueno, pero no fue aceptado. A último minuto se cambió todo y eso lo encontré fome. Todos se quedaban juntos, se escapaba la gitana con el cura, yo me quedaba con Mirko. Había matrimonio y toda la cuestión.
¿Cómo viviste el éxito de “Romané”?
Nunca he pescado mucho eso, pero obvio que lo viví. Lo mas emocionante fue el día que estábamos en Mejillones, vimos el primer capítulo y tuvo como 60 puntos de rating, una cuestión increíble, que no lo podíamos creer. Esa felicidad del elenco y del equipo fue muy gratificante.
¿Lo mejor que tenía Rosario?
Que era dulce, era media naif. Imagínate, enamorarse del alumno gitano, hay que ser muy pava (Ríe). Lindo el personaje, muy naif, pueblerina, profesora, cariñosa, generosa. Para tener a esos papás, era como de otra familia. ¿Como ella salió de esa familia? Eso era divertido. Recuerdo que ahí me hice muy amiga de Pablo Schwarz. Nos conocíamos de la escuela y ahí nos reencontramos, nos veíamos harto. Ahora último no nos hemos visto. Al Pablito, yo lo quiero mucho.
¿Estuviste considerada para “Pampa Ilusión”, la teleserie que vino después de “Romané”?
Sí, hubo conversaciones. Hubo una reunión y el personaje que me iban a dar a mi al final se lo dieron a Alessandra Guerzoni (Miss Emily). No hubo más personaje para mí y de ahí yo vuelvo a canal 13 con una muy mala experiencia.
Vuelves a Canal 13 con “Piel Canela”, en donde interpretas a Victoria, una actriz de teleseries…
Era muy mala la historia, muy enredada, muy poco clara. Yo no estaba en un muy buen momento personal. Además, yo sufrí mucho haciendo ese personaje. Hacer de la mina rubia y tarada, o sea, nunca más en mi vida. Nunca más quiero ser rubia, ¡no! Fue una época súper top, porque además tenía otros proyectos súper interesantes. Pero la teleserie misma la verdad es que fue bien agotadora, para que te voy a decir una cosa por otra. Por nada en particular ni nadie en particular, sólo fue por momentos míos personales y porque el personaje se me hacía agotador. O sea, tenia que ir todas las semanas a la peluquería, para mí eso era traumático. ¡Estar así como rubia, no! Tan así que al final el personaje empezó a desarmarse y me hacen tener un accidente. Y yo ahí dije “chao, no quiero ir más a la peluquería y que el pelo empiece a aparecer como sea”. Y me dijeron “ok” y ahí se desarmó el personaje y comencé a estar más cómoda. Pero antes fue todo muy raro.
“Don Floro” y “EsCool” fueron algunas de las series de “Mekano” donde tuviste una importante participación. ¿Qué recuerdos tienes de esta experiencia?
Me quedé sin contrato y tuve mi segundo hijo. Entonces me llamaron del Mega, me hicieron un excelente contrato y me puse hacer lo que me pidieran. Incluso me pidieron hacer matinales y ahí yo dije no, porque después te desperfilas. Entonces me metían en todas estas cuestiones. Y lo más entretenido de todo fue que comencé a trabajar con antiguos compañeros de la escuela de teatro que estaban metidos ahí. Y, además, me daban mucha libertad, tanta libertad que me pasaban plata para que yo me comprara el vestuario. Pude participar en producción, que me encanta. Entonces en ese sentido fue bien buena onda, tengo un buen recuerdo por mi paso por Mega.
¿Qué te parecían los chicos de “Mekano” actuando?
(Ríe). Unos eran más talentosos que otros (se ríe) La Carla Jara, yo hice de mamá de ella, tenía que grabar harto con ella. La encontraba talentosa.
Una de tus últimas series fue la galardonada “Ramona”, una historia que se ambientaba en los campamentos a fines de los sesenta y en done interpretaste a Patricia García, una mujer de clase alta que tenía problemas con el alcohol…
La serie maravillosa, un honor haber trabajado con Andrés Wood, es un maestro. El elenco maravilloso. Estuve ahí con la Giannina Fruttero, yo había trabajado en teatro con ella. Estaba Belén Herrera, que la encuentro una seca como actriz, Paola Lattus, la encuentro buena, también. Todo era de primer nivel. Fue una gran experiencia. Lo único fome es que lo mío se grabó súper rápido porque la locación que tenían para mí, la tenían por un tiempo muy acotado. Como que todo lo mío funcionaba adentro de esa casa. Recuerdo que fui una vez a la locación de la toma, que la hicieron en Pudahuel. No me tocaba grabar ahí, pero como soy copuchenta, fui. Era Increíble, estaban realmente metidos con el tierral.
A pesar de lo premiada, a esta serie no le fue bien en el rating. Iba los sábados en segunda franja… Todo es manipulación. ¿tú crees que tenían algún interés con que la serie fuera vista? Con eso digo todo. Hay muchas cosas que hacen, las manipulan para que ojalá no las vea nadie. Era una serie prime. Eso fue lo que costó la serie, no era para tirarla de esa manera. Yo lo encontré una falta de respeto, francamente.
¿Volverías a trabajar en teleseries?
¡Obvio! ¿Cómo no voy a querer trabajar? Hay actores y actrices que han declarado que no volverían… No soy yo la que dice “nunca más”. A mí las teleseries me dicen a “nunca más”. (Ríe) No tengo problemas en decirlo. No me siento humillada. No tengo problemas en volver a la televisión. Yo siempre he dicho que hacer televisión es un training, como cuando uno va a un gimnasio. No tiene nada que ver con hacer cine, hacer teatro, ni performance. Ninguna de las otras cosas que yo he hecho. Y, no te voy a decir que me volvía loca hacerlo, obvio que uno las hace por una situación económica, pero te tengo que reconocer que hoy en día uno está tan out de las pantallas, que por supuesto que echas de menos la televisión, obvio. Tanto económicamente como con las ganas de estar con el equipo en el día a día, trabajando.