Por enésimo año consecutivo, la Mega-Aplanadora extendió su liderazgo en la industria televisiva. Con la competencia -TVN, Canal 13 y Chilevisión- sumergida en diversas crisis, no se vislumbra a corto o mediano plazo que alguien le vaya a disputar seriamente el primer lugar.
Sin embargo, el 2019 ha estado lejos de ser un año tranquilo para la señal de Bethia. Ni siquiera su privilegiada posición los ha liberado de la necesidad de apretarse el cinturón y despedir gente, en especial en su exitosa área dramática. Además, el estallido social los golpeó de manera particular: manifestaciones en su casa matriz por su cobertura de la crisis, y rostros importantes severamente cuestionados: Patricia Maldonado, que fue convenientemente “congelada” del pantalla a poco de explotar todo; Karol Lucero, defenestrado públicamente en las primeras protestas, sacado de pantalla por lo mismo y que terminó contrato con Mega y Radio Carolina a fines de año -si bien eso estaba decidido desde antes del 18-O-; José Miguel Viñuela, funado violentamente durante un móvil navideño; Lucho Jara, enfrentado de un día para otro a un escenario, según propia confesión, muy distinto al ecosistema televisivo ochentero donde se formó y cuya imagen de “cantante mainstream ligado a la tele” le jugó una mala pasada al ser funado en forma vulgar e injusta en un show navideño en La Reina; Kike Morandé, a quien se ha intentado infructuosamente darle un trato similar al de Karol Dance, y que a pesar de que el actual “Morandé con Compañia” se basa en rutinas humorísticas que compiten en blancura con “Cachureos” y tiene entre sus integrantes a comediantes públicamente partidarios del estallido social como Belén Mora, le empieza a penar su pasado de años y años de refugio del humor machista, misógino y de doble sentido.
Sus exitosas teleseries, producto de la inagotable factoría de Quena Rencoret, han bajado sus registros. «Yo soy Lorenzo» partió casi en 30 puntos y ahora está entre los 14 y 15. «Juegos de Poder», considerada una de sus mejores producciones, logró 21 puntos de rating promedio, aunque sin llegar al fenómeno mediático en prensa y redes sociales que fue «Pacto de Sangre» de Canal 13 y que obtuvo casi la mitad de ese rating. La actual teleserie del canal privado, «100 días para enamorarse», está marcando menos de 20 puntos, bastante bajo para lo que Mega está acostumbrado.
Diana Bolocco, que llegó como gran contratación el 2019, se incorporó a “Mucho Gusto” y fue la conductora de la nueva versión de «¿Quién Quiere Ser Millonario?», que partió ganándole a «Pasapalabra» con cerca de 20 puntos, pero que en sus últimas ediciones ha estado rondando los 10 puntos promedio. Incluso menos.
Respecto al Departamento de Prensa, el noticiario volvió al histórico nombre de “Meganoticias” y hace gala de nombres interesantes como Soledad Onetto, José Luis Reppening, Juan Manuel Astorga, José Antonio Neme, Rodrigo Sepúlveda y Felipe Bianchi. Sin embargo, no han podido escapar a la crítica general de los medios en cuanto a la cobertura del estallido social.
La Mega-Aplanadora sigue punteando la carrera y no se ven rivales que puedan amagarla. Sin embargo, necesita entrar a los pits para que le hagan algunos ajustes, más que nada para evitar caer en el «achanchamiento» y que, por dormirse en los laureles, alguno de los competidores despierte y le quite el primer lugar. El gran desafío no será mantener el liderazgo de la cada vez más devaluada industria de la TV abierta, sino que hacer frente a los verdaderos competidores: Netflix e Internet en sus diversas formas. Creo que la TV abierta está siguiendo el mismo camino que las radioemisoras AM en Chile, cuyas principales emisoras murieron (Minería) o se trasladaron a la FM (Agricultura, Portales, Cooperativa), y cuyas frecuencias han sido copadas por grupos evangélicos y vendedores de pomada tipo Indio Nijarpa u Omar Gárate. Me parece que la TV abierta va a seguir existiendo, pero irá perdiendo relevancia de manera progresiva y se transformará en un refugio vintage para los nostálgicos de su época de oro.
Mega es el líder de una competencia que hasta hace poco era la Fórmula 1, pero que va progresivamente transformándose en una carrera de «burritas» (autos Ford T) de la primera mitad del siglo pasado. Aparte de mantener el liderazgo en esta carrera en declive, hay que pensar en conquistar las comunicaciones del futuro.