No lo podían creer. Esa noche, más que la comida o la compañía del momento, muchas de las comensales que estaban en el restorán Rubaiyat quedaron más que satisfechas con el ‘postre’ que el lugar les tenía preparado. Uno que les dejó el sabor más dulce, sobre todo si eran fanáticas de Luis Miguel.
Y es que, el llamado Sol de México, luego de los conciertos que ofreció en Lima el 24 y 25 de febrero, llegó a Santiago para dar los conciertos programados para ayer 1 y hoy 2 marzo en el Estadio Nacional, pero previo al primero de ellos, decidió acudir a cenar con su novia, la diseñadora española Paloma Cuevas, al mencionado recinto ubicado en la comuna de Vitacura.
La pareja, si bien reservó una mesa alejada de las miradas y con mayor privacidad, al momento de retirarse decidió hacerlo por la puerta principal, desatando con ello el fervor de quienes también cenaban en el lugar.
«Déjenle pasar»
Primero, el impacto de su presencia generó aplausos y luego vino el caos de quienes querían saludarlo, tomarle la mano y al mismo tiempo captar una imagen del ídolo azteca.
“Déjenle pasar, déjenle pasar”, “No empujen”, solicitaban sus guardias de seguridad, mientras Luis Miguel, de buen ánimo, se daba el tiempo para saludar y recibir el cariño de sus fans, muchas de ellas declarándole amor incondicional al ídolo de la música romántica.
Sin soltar la mano de su polola hispana, ya acostumbrada a este tipo de reacciones, el intérprete avanzó hasta la salida sin dejar de sonreír. En tanto, una avezada seguidora del cantante, aprovechando un espacio de distracción de sus guardaespaldas, logró acercarse lo suficiente para que Luismi le diera un beso en la mejilla, regalo que sin duda atesorará como el mejor plato de aquella noche.