Durante esta pandemia, son muchos los que han tenido que reinventarse en lo laboral tras el término, detención o cierre de sus trabajos y emprendimientos. Una realidad que ha impactado de manera transversal a muchos profesionales, incluidos, por cierto, a quienes laboran en el mundo de la televisión y el espectáculo.
El actor Álvaro Morales sabe de aquello. Tras retirarse hace un año y medio de la pantalla chica, en diciembre de 2018, junto al pizzaiolo italiano, Andrea Ramallo, fundó “Don Giovanni”, negocio culinario que incursionó en eventos para matrimonios, cumpleaños y fiestas, y más tarde en talleres para aprender a hacer pizzas. Lamentablemente, el estallido social bajó sus actividades y luego la pandemia terminó por rematarlas.
“En enero y febrero nos fue muy bien, hasta que llegó marzo con el coronavirus y tuvimos que cerrar todo. Pasé dos dos meses parado, sin saber qué hacer”, contó el intérprete a LUN.
Entonces se le ocurrió sacarle partido a lo que había aprendido a hacer de manera excepcional: las pizzas. “No soy chef, soy un cocinero entusiasta, he tomado muchos cursos y me encanta lo que hago”.
Con ese mismo ánimo y de la mano de su amigo Jaime Aravena, dueño del local “Papás Ricas”, en Ñuñoa, y quien le ofreció sus instalaciones para que vendiera sus recetas, Morales vuelve a sonreírle a la vida.
“Estoy contento porque estoy trabajando. Al principio, el comportamiento de la gente fue un poco errático producto de los negocios que han tenido que cerrar y por efecto de la pandemia misma. Para el día del padre estuvo bueno, pero no tanto como imaginaba, y el fin de semana anterior estuvo mejor. Pero me entusiasma la idea de estar haciendo algo”, comentó el actor al matutino.
Afortunadamente, dice que en lo económico está bien, mejor que muchas personas que hoy están endeudadas, y que en el futuro le gustaría vivir fuera de Santiago. “Puedo correr riesgos económicos, he reducido mis gastos. Vivo con más austeridad y me gusta”.