El actor conversó con el podcast “Impacto en el Rostro” y repasó sus roles de televisión, desde “Ámame” hasta su última producción “Esperanza”. Así mismo, recordó cuando Verónica Saquel lo invitó para ser parte del clan Mercader y contó por qué no aceptó ser parte de «Machos».
¿Recuerdas cómo fue la invitación de Quena Rencoret para sumarte a “Aquelarre”, luego de algunos años alejados de las teleseries?
Súper emocionante. Me acuerdo que fue súper generosa la Quena, como siempre lo fue conmigo, porque me dio la posibilidad de elegir el personaje. Yo iba a ser Juan Pablo (interpretado por Álvaro Rudolphy). Juan Pablo era el ganador, el que se quedaba con la protagonista, con Emilia (Sigrid Alegría). ¿Y qué tal si hago a este otro personaje? Al Diego, al que pierde, al antagonista. Se transformaba en malo, le trataba de quitar las tierras a las Patiño, se trataba de vengar. Había sentimientos feos, yo nunca había hecho a alguien con sentimientos así en una teleserie. Pensé que podía jugar con ese sentimiento, con esa emoción. La Quena aceptó y le pareció que era un bonito cambio. Para mí, fue bonito hacerlo, además es lo más cercano a hacer una súper producción en términos de apuesta. Estaba basada en una obra de Federico García Lorca, ahí hay otro afán creativo. Se hizo este pueblo de mentira y nosotros íbamos a grabar a Colina. Recuerdo que fue con tremendo elenco. Me tocó trabajar con Edgardo Bruna, de cerca, de nuevo… una vez más. Me tocó como papá en “Rojo & Miel” y “Aquelarre”. Tengo puros buenos recuerdos. Este señor partía muy enamorado, buen cabro, responsable, buena persona. Lo dejaron esperando en la iglesia y se transforma en otro sujeto. Se iba a Europa y volvía hecho un energúmeno.
Diego Guerra pertenecía al clan masculino liderado por Fernando Guerra, en donde estaban también sus hermanos Gonzalo y Marcelo, acompañados por Prudencio, interpretado por Mauricio Pesutic…
No se le entendía nada. Había que hacer mérito. Mauricio es un maestro, responsable que yo haya estudiado teatro. Él nos ponía ese desafío que no nos riéramos. Él entraba en el personaje con una facilidad, salía, hacía la caricatura que quisiese. Se quejaba. (Ríe). El desafío era que tú no te rieras haciendo la escena con él y más grande aún era cómo hacer convivir con Prudencio a un personaje realista, en código realista. Bonito, éramos parte de ese lote.
Tu personaje era veterinario…
Sí, en una ocasión un caballo me pegó un golpe bajo en el cinturón. Hubo un parto que atendimos, súper bonito. Creo que fuimos a grabar algunas escenas y la presentación al sur, nos metíamos en unos pozones termales. Con Álvaro (Rudolphy) hicimos unas peleas de antología, buenas peleas. En una se le pasó la mano, me aforró y caí. Fue la primera escena del día…
¿Cómo se ensayaban las peleas?
Nunca la ensayábamos como la íbamos a hacer, pero sabíamos que había que esquivar los golpes. Había oficio. Pero ahí parece que era muy temprano, parece que hacía mucho frío, nos habremos acostado tarde, anda a saber tú, pero él se adelantó o yo estaba muy lento y no esquivé, y me llegó el coscacho seco, arriba de la nariz, y me desplomé. Y yo tenía que estrenar, al otro día, una obra de teatro, en la Estación Mapocho. ¿Y como iba a estrenar con la nariz morada? Yo pedía hielo, pedía hielo… Y la Jael Unger, se acercó a mí… Y yo pensaba… “ay, qué quiere esta señora”. “Yo le voy a hacer reiki”, decía. “¿Y qué es eso, por favor, que se vaya, alguien que se la lleve, ¿qué? ¿me va a poner las manos?” (Y cuando me puso las manos) sentí al instante cómo algo fluía adentro de mi cuerpo, de mi nariz, como si se hubiese despejado, instantáneo. Ahí conocí el reiki y algunos años después me inicié en reiki, en nivel uno y dos.
Tu personaje finalmente le salva la vida a Juan Pablo, tu hermano, gracias a una trasfusión de sangre…
Vi una escena en redes sociales que era muy emotiva, en donde Diego y Juan Pablo se despiden. Diego le desea suerte para el matrimonio, y le dice… “cuídala… es lo más importante que tengo en mi vida”. Bonita esa escena. Me atreví a verla. Estaba viralizada. Me atreví a verla, pero me da nervios.
Fuiste uno de los protagonistas de esta teleserie que terminó siendo un éxito. ¿Por qué te cambiaste de canal al año siguiente? En ese tiempo, a Canal 13 no le iba muy bien…
Me iba a casar justamente el año 2000, y la persona con la que tuvimos la ocurrencia de casarnos era guionista de una teleserie que se estaba escribiendo en el canal de al lado, en Canal 13. Y resulta que “Aquelarre” le había ido mejor en rating que la que ella había estado escribiendo. Y eso se traducía en mucha angustia. Era una persona joven y que estaba recién empezando. Había una diferencia de edad importante, entre quien iba a ser mi esposa y yo. Y también trayectorias distintas. yo llevaba diez años de ventaja.
Estamos hablando de la guionista Coca Gómez…
Claro, exacto. Yo ya llevaba mucho rato en esta cuestión. Entonces, había mucha angustia y se entendía. Tenía veintidós años, estaba haciendo su primera teleserie, quería hacer una carrera y te estaban ganando en rating, con lo que significaba el rating. ¿Y quién protagoniza la teleserie que le estaba ganando? (ríe). Entonces era habitual las escenas de mucha angustia. Yo me lo tomé en serio, como siempre ha sido importante lo que pasa en mi vida privada. Yo le intentaba de explicar… “no soy yo, yo soy un actor no más, hay un elenco de cuarenta personas… además yo voy y vuelvo”. “¡Pero es que no puede ser!” Y yo le decía… “Es bueno que tengamos los huevos en distintas canastas, porque hoy así, mañana puede ser así”. Ése era el tipo de conversación. ¡Mira, lo que te estoy contando! Se puede contar ahora porque ya han pasado más de veinte años y yo ya no hago teleseries… Al final le dije… “¡ya, bueno ya! Dile que venga para acá (a una productora ejecutiva de Canal 13 de ese momento). Y, efectivamente, esa conversación tuvo lugar en la casa, y llegamos a un acuerdo, por un contrato de dos años con Canal 13. Y yo me terminé yendo de TVN. Y ésa fue la razón, fue para solucionar un tema más bien doméstico, familiar. Pero no resultó mucho porque el matrimonio duró menos que “Brigada Escorpión”, que tuvo una sola temporada (ríe)
¿Qué te dijo Quena Rencoret?
No me acuerdo que haya sido feliz ese cambio. No discutimos, hablamos. TVN, para mí, era mi casa.
¿Hubieses seguido en TVN?
Pero sin duda. La conversación era ésa. Esa discusión la perdí. Pero si la hubiera ganado, la historia hubiese sido otra. Y hubiese hecho la teleserie del 2000, la del 2001. La verdad, fue un acto de amor, mal planteado, pero fue un acto de amor. Yo sabía que Coca estaba equivocada, era chica, tenía pocos años. Yo decidí cambiarme de canal para dejarla tranquila.
En el 2000 llegaste a “Sabor a ti” en donde interpretaste a Tomás Sarmiento…
Si hablábamos de sentimientos feos de Diego en “Aquelarre”, acá el personaje que me tocó hacer era un energúmeno. Era clasista, mirador en menos, era un señor bien especial. Un modelo de ganador, de abusador, que pasa por encima de todos para triunfar.
¿Cómo fue tu experiencia al trabajar junto a Carolina Fadic?
Maravilloso. Era pura alegría trabajar con la Carola. Era pelusa, era muy agradable encontrarse con ella en esa instancia de trabajo, donde veníamos los dos de TVN, veníamos de esa escuela. Nosotros no teníamos costumbre de decirle al director cuál era la toma que quedaba. En Canal 13 sí, era bien curioso, ahí los actores tenían otro estatus, era otro mundo.
En esta historia, tenías de rival a Feliciano, interpretado por Luciano Cruz Coke…
Ese personaje lo iba a hacer yo. El huaso, era un desafío súper bonito, porque eso me implicaba caracterizar. Medio perdido eso sí, porque igual hay tipos. ¿cachai?
¿Y qué pasó? ¿Por qué no lo hiciste?
Porque los actores, efectivamente, en esa época tenían otro estatus, y los actores y actrices eran super estrella, podían influir en las decisiones que tomaba la producción. Podían influir. Eso explica de muchas maneras por qué el área dramática a la vuelta de la esquina, se iba a terminar.
En “Piel Canela” fuiste Robinson, tu primer personaje popular en teleseries…
Yo lo elegí. Yo iba a hacer el personaje que hizo Benjamín Vicuña. Pero ocurría lo siguiente; en ese momento había tres guionistas. Mateo Iribarren, Pablo Illanes y Coca Gómez. Ana María Gazmuri era pareja de Cristian Mason, el director, y tuvo un rol protagónico en “Piel Canela”, Mateo era pareja de la Andrea Freund, Andrea también tuvo un personaje protagónico. Y yo estaba casado con Coca Gómez, y me estaban ofreciendo el personaje protagónico. A lo mejor me lo merecía, puede ser, pero desde mi punto de vista, yo no me veía bien ahí. Porque yo se que para que funcione bien cualquier empresa que se hace con más de dos personas, tiene que haber armonía en el conjunto. Y ser pareja de la guionista y ser el protagonista, tu te dabas vuelta y el pelambre podría haber sido espantoso. (ríe) ¡Qué bonito hablar de esto, porque creo que será la última vez que lo haga! Entonces, dije, “no… buena onda”. Pero… ¿Cómo no va a ver un personaje secundario, encantador, que mueva los hilos de la historia, que sea exquisito, que ande por los túneles, que entra de una realidad a otra? ¡Y el Robinson era un secundario! Y esa discusión la gané, y efectivamente el Benja Vicuña hizo su primer protagónico con Paz Bascuñán.
Estuviste alejado de las teleseries 10 años luego de “Piel canela” hasta tu regreso a “Esperanza”. ¿Tuviste alguna invitación en este periodo para sumarte a alguna teleserie?
En el 2002, yo estaba en Barcelona haciendo unos trabajos para “Día a Día” de TVN. Recibo un llamado y se me dice que tengo que volver lo antes posible porque se comenzará a hacer una teleserie que va a encabezar mi amiga Verónica Saquel. Termina mi viaje por Europa de trabajo, y voy a unas reuniones a Canal 13 para hacer “Machos”. Pero había un problema, que yo ya me había separado de Coca Gómez, la razón por la que me había ido a Canal 13 en primer lugar. Ese matrimonio duró solo una temporada. Entonces, yo iba a las reuniones al canal, pero no había visto a mi ex mujer. Y ella iba a escribir esta teleserie. Y como la vida personal se mete en tu trabajo, porque tu trabajas con el alma, de repente le digo a producción…. “chiquillos, no creo que sea capaz” ¡Yo iba a hacer “Machos”! “No creo que sea capaz de estar allá abajo en los estudios actuando escenas que ha escrito mi ex mujer, sin que yo esté con ella, esto no está bien”. Nosotros no estamos hablando, no estamos conversando… “No se ve saludable… que ella esté en estas oficinas y yo allá abajo, actuando lo que escribe, sin saber cómo está ella”. Porque así terminó la cosa. “Entonces, disculpen… pero no podré ser parte de esta teleserie”. Salí de esa oficina y me desentendí de esa producción que fue un súper éxito,
¿Te alcanzaron a asignar un rol?
Él que hizo Felipe Braun. Y ese rol tuvo hasta comerciales de lavadoras. Visto a la distancia, perdí mucha plata (ríe). Y todo por andar de ético por la vida. Y con Alejandro Castillo, me encontré mil veces con él, él era parte de “Machos”. Y me contaba como desde España y desde no sé dónde le llegaban unos derechos de autor, que le llegaban unos derechos de autor que eran increíbles. Y yo sentía… hueón hueón…. (ríe) Me perdí “Machos”, y ese personaje que era paradigmático, en un momento en que Chile tenía que hablar de eso, de un personaje que era homosexual, en Canal 13.