El reciente episodio suscitado por el caso de abuso sexual infantil en el Clan Infantil de “Sábados Gigantes” relatado por Natalia Valdebenito es otro ladrillo más en este tremendo muro de denuncias de abusos en el medio artístico y audiovisual chileno. La Caja de Pandora se abrió con Herval Abreu, luego siguieron Nicolás López y Fernando Villegas, y recién nos estábamos desayunando con la denuncia de Loreto Valenzuela contra del director teatral Raúl Osorio. Lo de Natalia resulta particularmente revelador, pues ha puesto en evidencia la torpeza y falta de empatía con que los medios y en especial ciertos rostros televisivos manejan estos temas.
En el marco de una entrevista de la periodista Matilde Burgos para el programa “CNN íntimo” de CNN Chile, la comediante Natalia Valdebenito hizo alusión a un caso de abuso sexual a menores ocurrido cuando ella formaba parte del Clan Infantil de “Sábados Gigantes”. En un principio, la comediante fue criticada por la vaguedad e imprecisión de sus dichos, que dejaban automáticamente como “sospechosos” a todos los que trabajaron en el programa en esa época. Daba la impresión de estar disparando “al voleo”, de estar “tirando la piedra y escondiendo la mano”. Sin embargo, a los pocos días salió a flote un reportaje de la Zona De Contacto del 2003, realizado por el periodista Marcelo Ibañez (afortunadamente rescatado en un foro de FOTECH) en el cual se menciona un hecho ocurrido a finales de 1989, época en que Natalia formaba parte del Clan, cuando en un viaje a Puerto Montt un camarógrafo fue sorprendido tratando de abusar sexualmente de un niño. Según muchos, este episodio, (y no la ida de Don Francisco a Miami) marcó el final del Clan Infantil.
Dado el revuelo existente, Natalia accedió voluntariamente a ser entrevistada por la periodista Rayén Araya en su programa “Café con Nata” de Radio Súbela, en el cual ató los cabos que había dejado sueltos en CNN Chile: confirmó que se refería al incidente de Puerto Montt, dio detalles más específicos y criticó el manejo que tuvieron los adultos a cargo del grupo: en vez de despedir de inmediato al camarógrafo en cuestión (lo hicieron una vez retornados a Santiago) y/o cancelar el viaje, mantuvieron el cronograma de actividades, con el acusado cumpliendo su rol detrás de las cámaras. Si bien no fue ni víctima ni testigo directo de lo sucedido, este episodio afectó profundamente la vida de Natalia, al punto que recién ahora pudo hablar del tema.
Siendo honesto, en un principio me surgieron dudas acerca de la actuación de Natalia. En temas como estos no te puedes dar el lujo de ser vago e impreciso, y lo de Natalia aparecía como una denuncia “a medias” que necesitaba ser completada, lo que de hecho ella hizo en la entrevista de Rayén Araya. En todo caso, lo suyo se puede entender dada su condición de afectada por los hechos, y dentro de todo lo logró canalizar bien. Como hemos podido apreciar en los diversos casos de abusos, a las víctimas les toma muchos años lidiar con sus traumas y ser capaces de verbalizarlos. Natalia, además de sacarse una espina traumática que tenía atragantada desde hace años, logró visibilizar un tema importante, y eso es sumamente valorable
Lo que llama la atención acá es la pobreza de recursos y falta de criterio con que ciertos comunicadores chilenos enfrentan temas altamente sensibles como este, problema que se repite en otros ámbitos (basta ver la torpeza con la que se ha movido la Iglesia Católica). Esto ya se había apreciado en el tratamiento brutal que se le dio al caso de Nabila Rifo en “Bienvenidos”, y que le costó el puesto al entonces director de ese programa, pero quedó patente como nunca en este episodio. Llama la atención que el mismísimo Don Francisco se haya mandado un pastelazo de proporciones. Si al comunicador más importante de la historia de Chile, al más capo de todos, se le fue “en collera” el tema y no dio el ancho para gestionarlo adecuadamente en lo comunicacional, no resulta raro que gente como Luis Jara y José Miguel Viñuela, que se criaron viéndolo como referente máximo, actuaran de la manera en que lo hicieron.
Con todo lo que ha sucedido, ya no resulta aceptable ningunear ni bajarle el perfil a denuncias de abuso sexual y de poder, por muy antiguas que sean; no se puede anteponer la “marca” de un programa, por importante o entrañable que sea, a la dignidad y salud mental de las personas; y los rostros de televisión y líderes de opinión tienen la responsabilidad de tocar estos temas delicados con el rigor y empatía necesarios. Al respecto, creo que los tres pasos propuestos por la propia Rayén Araya en su programa “Aquí y Ahora” de Radio Súbela y eldesconcierto.cl son un buen punto de partida:
– Parta por lamentar lo sucedido, sepa o no lo que se trata.
– Tenga prudencia, cuidado con lo que se dice y los juicios.
– Póngase a disposición para encontrar justicia.