Hoy es una fecha triste para los fanáticos de Soda Stereo y, en particular, de Gustavo Cerati: se cumplen siete años de la muerte del talentoso rockero trasandino, pero con profundos vínculos con Chile, fallecido el 4 de septiembre de 2014 en Buenos Aires.
Para recordar al este nuevo aniversario de aquel penoso día, el diario argentino La Nación publicó una extensa entrevista con Dora Cerati, tía y madrina del músico, a lo largo de la cual revela cómo fueron los últimos años del artista, tras sufrir una isquemia cerebral que conduciría a un posterior ACV el 15 de mayo de 2010, inmediatamente después de ofrecer el que a la postre sería su último recital en Caracas, Venezuela.
Como consecuencia del ACV, y de una atención médica posiblemente defectuosa en las primeras horas posteriores al derrame, Cerati cayó en un estado de coma que se extendió por más de cuatro años.
Sin embargo, al principio se mantuvo cierto optimismo. Dora Cerati relata que 10 o 15 días después del ACV se realizó el operativo sanitario que permitió su traslado a Buenos Aires para internarlo en la clínica Fleni y que en ese momento parecía que el músico tenía un atisbo de recuperación y que abriría los ojos, “pero no los abrió nunca más”, contó, añadiendo: “Al mirarlo parecía que estaba durmiendo”.
La madrina de Cerati relata además que “Gustavito”, como lo llama, estaba en una habitación especial, con un acceso digital para evitar que se metieran extraños a sacarle fotos, lo que efectivamente evitó que se publicaran imágenes morbosas del líder de Soda Stereo.
Comenta que con el tiempo comenzaron a vestirlo y a sentarlo en un sillón anatómico.
“Lo vestían perfectamente. Además, ya le habían crecido todos los rulos y no se notaba esa parte hundida donde le faltaba la tapa craneana”, señala en relación a las consecuencias de una operación practicada al artista para retirarle el coágulo sanguíneo que provocó el ACV.
“Yo le abría los ojos y Lilian (la madre de Cerati) me decía: ‘Dejalo tranquilo’. Pero yo pensaba que así, quizás, podía mirar algo”, dice, acotando que “tenía esos ojos celeste cielo intactos”.
Según lo relatado, salvo su estado de inconciencia, el músico siempre se mantuvo físicamente bien.
“Tenía la piel suave, buena masa muscular. Estaba perfecto, era para decirle: ‘Gustavo, levántate y cantá’. Estaba hermoso, tenía una cara preciosa, siempre afeitado, con los labios rozados. A veces, hasta le poníamos un gorrito. Yo le hacía notar a Lilian lo bien que estaba, el buen semblante, la piel descansada”, comenta Dora Cerati.
A veces también le hacía algún tipo de ejercicio, como abrir y cerrar la boca. “Lentamente, él lo hacía”, dice, pero los médicos siempre aclararon que se trataba de un acto reflejo. Otras veces ella intentaba ensayar cómo se tragaba y Cerati movía la boca y “a veces, yo llegaba y le decía: ‘Buenos días, Gustavito’ y el movía la cabeza. Fueron cuatro años…”,
Respecto a las últimas horas de Cerati su tía cuenta que el día anterior las enfermeras se preocuparon porque el rockero estaba con taquicardia. Aparte de ello, no presentaba movimientos reflejos y se veía impávido.
“No era la cara de una persona viva”, describe. Entonces “lo metieron en la cama para que estuviera más tranquilito, hasta que se normalizaran los parámetros. Al otro día, por la mañana, me avisaron que había muerto”.
El cuerpo de Gustavo Cerati descansa en el Panteón de la Merced del bonaerense Cementerio de la Chacarita. El ingreso es libre y los fanáticos suelen acercarse a dejarle flores o una carta.