La recién finalizada cuarta temporada del programa insignia de la productora APLAPLAC deja la agradable sensación de que la magia sigue intacta a pesar de los años. Sin embargo, los bajos resultados de rating generan confusión en torno a su futuro como producto televisivo.
Esta cuarta temporada reveló que el talento y la creatividad siguen ahí. No se notaron signos de “achanchamiento”, repetición de fórmulas o decadencia. A las secciones clásicas como la Nota Verde, Calcetín con Rombos Man y el ranking Top, se agregaron otras bastante ocurrentes, como: “El refrigerador de Patana” (ingeniosa parodia a los realities) y “Anatoli el incombustible” (una parodia a los programas de supervivencia como “A prueba de todo”). Como nuevos personajes, se destaca el Teniente Puñete, un gorila detective que hablaba como carabinero, y Bombi, el zombie que se convirtió en el nuevo mayordomo del canal en el capítulo 10.
Algunos capítulos resultaron destacables:
El capítulo 1, con la alusión al “Ecce Homo”, a los programas de concursos de trasnoche y la desopilante versión “pobre” del noticiario.
El capítulo 3, con Patana enamorada hasta la estupidez de Guaripolo.
El capítulo 8, con el funeral de Bodoque con el arreglo floral del conejo rojo similar al logo de Playboy.
El capítulo 9, cuando el canal es comprado por un grupo de vaqueros y cambia su escenografía por la de un bar del viejo oeste.
El capítulo 11, para mi gusto el mejor, donde Juanín se transformó en fenómeno del mundo youtuber al estilo de Germán Garmendia
Las notas verdes justificaron plenamente el carácter “cultural” del programa. Algunas de ellas fueron especialmente puntudas, como la del bosque de Panul (capítulo 2), el tráfico de locos (capítulo 3) y la de la sequía en el embalse La Paloma (capítulo 10).
Las canciones del ranking top estuvieron a la altura de los temas de las temporadas anteriores, y amenazan en convertirse también en clásicos entrañables. En ellas se pudieron identificar influencias muy diversas, por lo que se terminó formando un conjunto muy ecléctico de canciones:
“Mi mamá me lo teje todo”: introducción claramente inspirada en «Et maintenant» de Gilbert Becaud, seguido de un entretenido tema que recordaba a «Sugar Sugar» de The Archies y a “Eres mi Debilidad” de Andrés Calamaro.
“Drácula, Calígula, Tarántula”: tema eminentemente ochentero, que evoca a la banda Aparato Raro.
“Son Pololos”: Uno la escucha y recuerda esos entrañables valses de Violeta Parra como “La Petaquita”.
“Huerfadrino”: Un tema rapeado que evoca a Molotov y a Calle 13.
“Mi Mundo Interior”: ska tipo Los Auténticos Decadentes y Los Fabulosos Cadillacs, con una parte final que parece inspirada en el tema “Las Flores” de Café Tacuba.
“Amurrao”: Parece estar inspirado en “Stylo” de Gorillaz.
“Awrawriwraro”, desopilante e irónica canción de zombies con traje de verano bailando conga y limbo, con ritmo de calipso muy similar a la canción “Bajo el Mar” de la película “La Sirenita”. Fue la canción “sin letra” de esta temporada, tal como habían sido “Lala”, “Boing Boing” y “Guácala” en las anteriores.
Paralelamente a esta temporada, siguieron haciendo espectáculos en vivo como “Radio Guaripolo” a mediados de año y “Calurosa Navidad” hace algunas semanas, con un rotundo éxito de público y de crítica. Además, hicieron una gira por México, donde tuvieron una espectacular recepción.
Muchos esperábamos, en especial después de los 53 puntos del Festival de Viña del 2013, que la nueva temporada fuera un golazo en rating. En un año difícil en lo competitivo, existían esperanzas puestas en “31 Minutos” para captar sintonía. Sin embargo, el people meter no le hizo justicia a la calidad del programa. Lo más que consiguió fue un segundo lugar en su horario, aunque sin hacerle ni cosquillas a “Morandé con Compañía”. En las redes sociales le fue un poco mejor, pues en el primer capítulo coparon la lista de Trending Topics (TT) en Twitter, y aunque en los siguientes no se reprodujo el fenómeno, se dio un hecho curioso: en varias ocasiones, el Hashtag #31minutos no fue TT a la hora del programa, pero si lo logró a la mañana siguiente.
En lo artístico, poco o nada se le puede reprochar a “31 Minutos”. Es un lujo, uno de los mejores productos audiovisuales que se han hecho en Chile en los últimos años, un verdadero orgullo, “los Muppets de habla hispana”. Sin embargo, como producto televisivo, el bajo rating genera dudas. No creo que el asunto pase por que el programa “no interesa”, pues lo de Viña y los shows en vivo demuestran lo contrario. El horario escogido (sábado a las 10 PM) y la desafortunada edición de los capítulos no ayudaron mucho. Creo que el tema pasa más bien porque el público objetivo del programa no ve televisión de la manera tradicional, que es lo que finalmente mide el rating. Creo que muchos optaron por dejarlo grabando, o verlo a la hora que más les acomodaba a través de Youtube o del sitio web de TVN, dejando los sábados en la noche para carretear o hacer cosas mejores que estar sentado viendo TV. En otras palabras, “31 Minutos” tiene público, y mucho, pero el People Meter no es el instrumento adecuado para medirlo.
Creo que la presentación de “31 Minutos” en la primera jornada del próximo Festival del Huaso de Olmué será su “prueba de fuego” como producto televisivo. Si obtiene un rating regular o bajo, las dudas se profundizarían, pero si logra acercarse o emular el exitazo de Viña, estaríamos ante una situación “hermosa y desconocida”, pues quedaría en cuestionamiento la manera en que TVN administró televisivamente el programa, y obligaría a analizar más profundamente los resultados del people meter, en vez de quedarse solamente con los guarismos.
De todas maneras, “31 Minutos” tiene gran futuro con los espectáculos en vivo, con o sin TV. Aunque aparecer en la TV abierta le resulta útil y deseable, ya fueron capaces de subsistir y desarrollarse en los ocho años transcurrido entre la tercera y la cuarta temporada. Por último, si necesitan pantalla y la TV abierta no los aprecia, está Youtube. Sospecho que, Dios mediante, tenemos “31 Minutos” para rato.