Hace algunas semanas, el actor presentó su primer proyecto musical llamado Gato Seco, estrenando su respectivo EP. En el podcast «Impacto en el Rostro«, entregó detalles sobre su sencillo “Malas pasadas” y el clip que dirigió su ex pareja, Fernanda Ramírez, además de realizar un detallado recorrido por sus personajes en teleseries.
¿Por qué «Gato seco»?
Yo tenía una pareja que hace música también, la Sarazul, ella me empezó a decir gato. Y yo, en ese tiempo, estaba buscando un seudónimo para el proyecto musical y tenía claro que quería que fuera gato, pero no podía ser gato solo, estaba buscando algo que cuadrara bien. Y yo siempre he tenido un poco de resistencia a estar mojado, empapado. Por ejemplo, en la piscina, tú nunca me vas a ver tirándome un piquero, porque soy de esas personas que se dan dos horas vueltas, están toda la tarde en eso y no se tiran. Entonces, un día me metí a la ducha y estaba ella… hice un gesto de (desagrado) porque me cayó agua encima. Ojo, no es que no me bañe, es simplemente que esa primera sensación de como mojarse, de estar empapado, algo me pasa, desde chico me pasa. Y ella me dijo “puta, el gato seco”. Y me quedó dando vuelta, me gustó. Queda, se imprime.
Hace poco lanzaste “Malas pasadas”. ¿Quién compuso la canción?
Todas las canciones las he compuesto yo. La parte instrumental son beats maker, son amigos que se dedican a hacer beats y de repente hay uno que me gusta, los compro. Otros amigos me han regalado beats, pero toda la parte de letra y vocal, es de mi autoría.
El clip de esta canción presenta una interesante propuesta visual. ¿Con qué sensación te quedas del resultado final?
Esto lo grabamos en un lugar llamado Nos, así tal cual. Yo no lo conocía. De hecho, cuando me lo dijeron me llamó la atención. Lo dirigió la Feña (Ramírez), que es la mamá de mi hijo. Entonces todo fue muy en familia, muy cómodo, muy en apañe. Todo coincidió en que participaron las personas que tenían que estar y quedó todo muy bonito. A mí me encanta también. Es una historia muy sencilla, simple, pero bien hecha. Me encanta.
¿Qué interpretación le das a los ‘dos franciscos’ enfrentados, al final de la pieza musical?
La letra de la canción habla de una persona en concreto que fue parte de mi vida, que fue muy importante para mí. Yo te diría que toda esa imagen que hay del enfrentamiento a uno mismo, eso viene de las personas que estaban encargadas del área artística y tenía que ver con que uno finalmente pasa por desamor, desencuentro y el momento de revisarse a uno mismo, enfrentar a uno mismo el problema. Quizás en mi caso particular, apunta a que de repente los problemas no tienen que ver con la otra persona, tienen que ver con como uno lleva las cosas, o con patrones mal aprendidos.
Esa persona en concreto, ¿fue la directora de este clip?
¡No! ¿te imaginai? Hubiese sido una anécdota loca. (Ríe). A mí me da risa que me preguntes esto porque también otras personas me lo han preguntado. Yo en este momento con la Feña tenemos una relación demasiado de hermandad, yo la amo mucho. Y también me llevo increíble con su compa, con el cabro que está ahora, con el Juanjo, que también fue parte de la producción, fue el productor, y tenemos una relación de hermanos. Y si me preguntas si me imagino volviendo con ella, yo te diría que ni cagando. Es una persona que vino después, de hecho, fue la primera persona relevante después de la Feña, y que nos pilló ahí en la cuarentena, cuando recién estaba partiendo.
Hablemos de televisión. Tu debut en las teleseries fue en “Valió la pena”, la apuesta vespertina de Canal 13 en 2014. Ahí interpretaste a Vicente Rodríguez. ¿Cuál era tu relación con la televisión hasta ese momento?
Yo me acuerdo cuando recién partí estudiando teatro, todo el mundo decía que el dinero, las oportunidades laborales, estaban en hacer televisión. Y cuando entré a la escuela, me enamoré mucho más del teatro y me convertí un poquitito en un anti tele, en el cliché del estudiante de teatro, con mucha resistencia a participar de eso, o en el teatro comercial. Al final, uno escupe al cielo y te cae la lluvia. Entonces cuando salí, me apareció esta oportunidad de entrar a “Valió la pena”. Yo no tenía ni un nexo con la televisión. Estaban haciendo un casting en distintas escuelas de Santiago porque querían renovar el área de Canal 13. Y ese año fue el año que Mega se convirtió en el monopolio un poco en el mercado de las teleseries. Pero, hasta ese entonces, yo no tenía mayor relación con la tele.
¿Qué te pareció la historia de esta producción?
Voy a hacer súper honesto, yo estoy sin pelos en la lengua en este momento de mi vida. Me acuerdo que entré a hacer esta producción, y hacíamos las lecturas y todo, y a medida que empezamos a grabar, los actores y actrices más grandes alegaban mucho entre ellos que encontraban que el guion de la teleserie era el punto más bajo que tenían. Entonces, a mí la sensación que me dio haciendo esa primera teleserie fue que era igual un poquito como una selva, que cada quien se salvaba con las herramientas que tenía. Hasta trabajar con Sabatini, que fue una experiencia muy bacán, porque él fue la primera persona que dirigía actores y actrices. Antes de eso, yo sentía que la pega era sacar la mayor cantidad de escenas al día y que al final uno iba construyendo el personaje. Me gustó, lo pasé bien, fue bacán, pero siento que al final como que se transforma en un pretexto la historia del personaje y termina quedándose más en las situaciones románticas.
Esta teleserie es la menos vista de toda la historia de Canal 13. ¿Cómo vivió el elenco esta derrota?
Recuerdo que cuando grabamos “Valió la pena”, después todo el elenco hueveaba que no había valido la pena, porque le fue súper mal en rating, pero la diferencia que tuvimos con otros canales es que el 13 grabó toda la teleserie y cuando salió el primer capítulo al aire ya estaba todo grabada. Entonces, no vivimos esa baja moral como a mitad de proceso. Fue como “chucha, nos fue como el hoyo” y ya está. Uno como pendejo sentía, “qué fome”, porque fue como perder la oportunidad de tener una vitrina para poder mantenerse en este trabajo. Imagínate, recién egresado, y estar trabajando en algo que toda la vida te dijeron que no ibas a tener pega y estabas ahí ganando un sueldo, no era tan alto, pero era un sueldo.
¿Te asustaste con el resultado de esta teleserie?
Sí, en ese momento yo estaba más chico y sí, uno se pasa los rollos. Pensaba, “se fue la oportunidad”. Yo siempre he sido bien paranoico y como dramático, es parte de mi personalidad. Trato de luchar contra eso, pero yo te diría que en gran parte de mis pegas siempre he estado en crisis.
Sin embargo, al próximo año te uniste a “Papa a la deriva”, la teleserie vespertina de Mega de 2015. Ahí interpretaste al Cadete Felipe Briceño…
Éste es un espacio de sinceridad absoluta, ¿verdad? (Ríe). Yo estaba súper alucinado porque era súper chico y en ese momento Mega era el boom. Entonces, yo llegué a este canal y viví una situación bien desagradable. Yo me porté mal, esto nunca lo he contado en ninguna entrevista, pero yo me porté mal porque a mí me habían llamado de TVN a hacer un personaje en una teleserie que tampoco le fue bien, “Matriarcas”. Me llamaron para hacer uno de los hijos de la Coca Guazzini. Y yo en ese tiempo estaba haciendo una obra de teatro, “Romeo prisionero”. Y me acuerdo que Moira Miller fue a ver la obra y me dijo que le había gustado mi trabajo, que quería presentarme a la Quena Rencoret. Yo le dije que ya había firmado una carta de compromiso con TVN. En ese entonces estaba la Vero Saquel a cargo del área. Una mañana me despierto con un llamado de Moira y me dice; “Pancho, vente ahora a Mega”. Fui, me hicieron una prueba de cámara muy rara, con una cámara casi con VHS en mano. Fue muy raro. Mi teoría es que en ese entonces había una disputa bien grande entre ellas dos. Entonces, me agarraron, me metieron en este personaje que era el cadete Briceño, que era un bolo, y me dijeron que cuando terminara este proyecto, yo iba a tener un segundo proyecto. Y aquí está la importancia de la honestidad, porque yo había firmado una carta de compromiso con Juan Carlos Asencio, con la Vero, y me la paseé. Me tiró mucho más la propuesta de Mega. Y ese año fue muy bueno porque decidimos casarnos con la Feña, tuvo cosas muy bonitas, pero todo lo que tuvo que ver con la televisión para mí fue horrible. No me gustaba el personaje, sentí por primera vez cómo funcionaba el cinismo dentro de los roles de productores, fue muy fuerte para mí. Estaba en una compañía de teatro, también, y había que hacer unas funciones de retribución por Fondart y un día estábamos en un hotel de Valparaíso donde estábamos grabando, y no dejaron irme a la función. Me amenazaron sutilmente, que iba a perder la pega. Fue muy desagradable. Finalmente, tuve problemas con la compañía. Hoy en día los hubiese mandado a la cresta, me hubiera ido a hacer mi función. Tuve un quiebre con el teatro por esa decisión. Y cuando faltaba un mes para terminar mi contrato, me dieron el filo, “no nos sirves en este momento”. Me eché a morir mucho, como no cachando nada, había quedado sin compañía, fue horrible. Pero lo agradezco porque he conocido gente maravillosa en televisión, pero también me di cuenta de como funcionaba la huea y que uno igual es una cifra. Fue un proceso heavy esa teleserie.
¿En algún momento hablaste con la gente de TVN?
Sí, yo les conté lo que había pasado y me odiaron. En algún momento me dijeron que iban a ver abogados. Yo estoy hablando con una extrema sinceridad porque nunca había contado esto y en verdad todo el mundo cuenta el lado bonito de las cosas. Y yo agradezco mucho esas pegas, porque hasta el día de hoy yo he sabido ahorrar y el haber tenido pegas en televisión me permitió recibir bien la pandemia, hacer otras cosas, pero no me hago el loco con las experiencias que viví. En ese momento me odiaron mucho, que era lo peor que pude haber hecho, que me iban a tirar abogados. Y por el otro lado, las productoras que estaban en Mega casi que se reían y me decían “no pesquí”. Estaba muy pendejo para saber llevar todas esas cosas, y las llevé muy de cabro chico.
¿Qué hubieses hecho hoy en día?
Hoy en día, no hubiese firmado nunca una carta de compromiso, menos si había otro posible proyecto. También, hoy en día me hubiese ido a hacer mi función. A mí me dijo la productora que tenía de unidad que iba a solucionar mi problema, que yo iba a poder hacer mi función. Y después, cuando me llamaron al lobby del hotel, estaba otra productora más alta, junto a ella, y ella se quedó callada todo el tiempo, mientras que la otra productora me decía, que si me iba, iba a perder la pega, que mejor me echaban. Entonces, hoy en día, hubiese mandado a todos a la cresta y me hubiera ido a hacer mi función. Pero uno tenía todas esas ilusiones. Estaba egresado recién y tenía mucho miedo de arruinar las oportunidades que se me estaban presentando.
¿Por qué no te gustó el personaje?
No me gustó por todas estas situaciones y también porque era un personaje muy mal escrito. Era un mensajero, para que se generaran situaciones con los otros dos jóvenes de ese grupo. Y sentía que estaba muy mal escrito y también el texto era súper misógino, en hartas cosas. Tenía conflictos con el discurso de la teleserie. Al final, el personaje de la Feña decide renunciar a sus sueños de viajar por quedarse con el marino. Como que todas esas hueas las encontré súper nefastas. Y también me pasó que hicimos una investigación de tres días dentro de la escuela con los cadetes y lo encontré horroroso, como tratan a los jóvenes. Vi cosas súper inhumanas como gente haciendo subir escalas como perros a otras personas, mucha humillación. Yo siento que estaba demasiado permeado de todo esto.
Fernanda Ramírez también nos comentó que no se sintió cómoda con el personaje y la visión que tenía del romanticismo. ¿Lo pudieron hablar en ese momento?
Lo hablamos caleta, no entendíamos mucho lo que estábamos haciendo. También nos pasó que saliendo de un ambiente muy teatral y entras en un ambiente muy de televisión, hay mucho rechazo. Estábamos los dos muy… “¿qué es esto?, ¿qué estamos haciendo?” Teníamos mucho conflicto con el discurso de la teleserie, pero al mismo tiempo estábamos con esta noción de la pega. Esto fue hace seis años atrás. Entonces, imagínate, hasta nosotros mismos estábamos confundidos con nosotros mismos con todo lo que era las relaciones amorosas. Entonces lo hablábamos, pero también estábamos un poco insertos en ese tipo de relación romántica.
Tu próximo proyecto televisivo fue “Wena Profe”. Ahí interpretaste a Diego Vial…
Lo que tenía “Wena Profe” y que me gustó mucho fue que yo sentí una búsqueda real de encontrar gente joven que viniera más del teatro, sentí que había un interés en hacer un buen elenco juvenil. Y también sentí que había un mensaje muy bonito en relación al cambio que pueden tener los personajes. El mismo Diego, pasar de ser una persona súper déspota, con un mal enfoque de su herida, a acercarlo a una humanización. Tuvo una intención de salirse de la caricatura en ese sentido. Me gustó mucho, el elenco me gustó mucho, trabajé con Marcelo Alonso, que yo lo admiro caleta. Al principio Diego fue un poco difícil porque estaba escrito demasiado como que todo lo que hacía era malo. La gente que veía la teleserie lo súper hiper mega detestaba y no lograba conectar mucho con él, porque no había rasgos de humanidad, pero a medida que iba desarrollándose el texto, yo sentí que logré quererlo. Conectar un poco con ese niño herido, que siento que también tengo harto de eso. Si voy a mi experiencia personal, yo estuve en el lado de los que recibían el bullying, entonces poder abordar desde donde hacen el bullying es darle una vuelta, darle una humanidad a eso. Fue bonito, me dio perspectiva.
En “La Reina de Franklin” interpretaste a Cristóbal Ulloa…
Esa experiencia me gustó porque el elenco era muy buena onda. Además, existía una especie de sensación como que nada de lo que uno hiciera iba a poder combatir contra Mega. Era imposible. Entonces, uno iba a grabar sabiendo cómo iban a hacer un poco las cosas. La producción estaba vuelta loca, pero de parte del elenco había un relajo, nos permitió conocernos más, nos reímos caleta. Yo creo que no era una muy buena teleserie, no tenía un buen guion, pero el elenco era tan rico, que era agradable ir.
Claudia Di Girolamo fue tu abuela en la ficción. ¿Cómo fue trabajar con esta destacada actriz?
Increíble, la amo. Siento que ella tiene un oficio increíble y para mí era súper enriquecedor verla trabajar, ver como el momento en que se decía “acción”, en ese set, la Claudia se transformaba. Es una de las personas más profesionales que yo he conocido en toda mi vida.
¿Alguna vez la oíste comentar sobre el guion de esta teleserie?
Yo nunca la escuché decir algo concreto sobre el guion, pero a mí me da la sensación que todo el elenco sabía que no era un gran guion. Pero ella era lo mejor, imagínate, agarró un personaje que era muy raro. Y aún así le dio lo suyo, le dio su toque y lo convirtió en un personaje con carne, con sustancia.
Tu última teleserie fue “Amor a la Catalán”. Ahí interpretaste a Diego, un joven homosexual…
Fue muy linda, fue la mejor experiencia que he tenido en televisión. Me encariñé mucho con Vicente Sabatini, lo admiro mucho como director. A mí siempre me ha gustado que me exijan mucho y con mano dura, como “vamos, tiremos para arriba esto, no hay hueveo aquí”. Y yo sentía que era la primera experiencia en donde alguien dirigía actores. Fue súper lindo también porque, sin desmerecer el trabajo de nadie, pero siento que muchas veces había pasado en televisión, sobre todo en personajes homosexuales, que se abordan desde una caricatura, que en algunas formas puede funcionar, pero yo sentí mucho respeto por este personaje. Y yo quería hacerlo con mucho respeto. Quería que su orientación sexual no fuera lo importante, quería que fuera una condición que claramente generaba un conflicto en él, con su papá, y con su familia, pero no quería que fuera lo que lo definiera como persona. Yo siento que estamos viviendo en una sociedad que todavía está súper desesperada por etiquetar a la gente. Cada vez que subo algo a las redes sociales me preguntan, pero, ¿tú eres gay? Como que siento que las personas tienen una necesidad de ponerle una etiqueta a todo. Por ese lado, fue súper rico hacer ese personaje. También fue un contrapunto súper fuerte, porque cuando grabamos “Papá a la deriva”, una productora se acercó a mí y me dijo que tenía que trabajar más mi caminar o mi forma de moverme, porque era muy femenina, que un marino no podía ser una persona femenina. Yo recibo esa crítica hoy en día y me da risa, pero en ese entonces yo estaba recién egresado y fue súper fuerte que me dijeran eso. Y acá fue todo lo contrario, pude amigarme un poco con mi energía, con lo que soy, con mi corporalidad y usarla a favor del personaje.
¿Crees que las nuevas generaciones sienten esa necesidad de etiquetar a las personas?
Yo creo que hay de todo. Yo creo que hay una apertura más grande. Las redes sociales, curiosamente, han aportado también a unificar un poco las culturas de distintos países. Yo soy admirador de las nuevas generaciones que hay. Yo cuando tenia 17 años, cuando salía del colegio, nos íbamos a fumar a la plaza, a guitarrear, y ahora veo cabras, cabros de 16 o 17 años que ya están subiendo sus proyectos musicales, que tienen discos, que están haciendo sus cosas. Siento que estamos viviendo una democratización de ese espacio. Entonces, las admiro porque siento que vienen con otro chip, pero hay de todo. Una vez estaba en una fila para ver a un DJ, antes que empezaran la revuelta social, con una amiga cerca de Plaza Italia, y se me acercó un cabro menor que yo, mucho más chico que yo, y me dijo, “ hueón, por qué te pintai las uñas, ¿qué te pasa?”. Por eso te digo, hay de todo, pero yo tengo harta fe y creo que son cosas que van importando cada vez menos. Pero falta todavía.