El periodista Juan Andrés Salfate ha estado en el ojo del huracán en el último tiempo. Sus comentarios en “Pollo en Conserva” y “Así Somos” respecto a la llegada del Cometa “Elenin” y al fin del mundo han causado histeria en una parte de la población, y le han valido fuertes críticas desde el mundo científico. La Asociación Escéptica de Chile (AECH) lo tiene entre ceja y ceja. Ante ello, Salfate ha tenido que deshacerse en explicaciones.
Me cae muy bien Salfate. Verdadero ícono de la cultura pop en Chile. Referencia ineludible para los fanáticos del cine de culto, las series de televisión y el animé. Apareció en la TV a mediados de los 90 en “Maldita sea”, recordado programa del canal Rock & Pop en el cual criticaba películas de culto con Rodrigo “Pera” Cuadra y el “Rumpy”. Posteriormente replicó la fórmula en el “Rincón Maldito” de La Red, gran programa de los domingos en la noche que fue inexplicablemente suprimido en su momento. Luego, se transformó en el “gondolero” por excelencia de la TV chilena, pues se paseó de canal en canal: fue parte de la época de oro de “Mekano”, fue panelista de “Sin Vergüenza” de Chilevisión y terminó recalando en La Red, donde se ha transformado en pieza fundamental de “Pollo en Conserva”, “Así Somos” y en su interesante programa “Expediente S”. Además, es el rostro de PC Factory, lo que lo transforma en un ícono de la comunidad “computín”. ¿Cómo alguien calvo, panzudo y vestido como fanático de Heavy Metal se pudo dar el lujo de manosear a placer frente a todo Chile a mujeres esculturales como Andrea Delacassa y Jessica Alonso? Creo que la clave de su éxito está en su simpatía, amenidad, amplio manejo de información y gran capacidad para contar historias.
Cuando habla de cine, animé y series de TV, Salfate es una voz autorizada a la que vale la pena escuchar. Sin embargo, cuando se mete con conspiraciones, OVNIS, predicciones catastrofistas, y en especial en temas de divulgación científica como el cometa Elenin, creo que hay que tener cuidado. En una sociedad como la nuestra, donde una parte apreciable de población le tiene terror a las ciencias, donde la “pulsera de los once poderes” se vende como pan caliente y donde se toma en serio el mito del chupacabras, resulta esperable que muchos entren en pánico ante anuncios apocalípticos, tal como lo demostró Lawrence Olivier y el recordado caso del programa radial “La guerra de los mundos”. Tengo la sensación que Salfate no le ha tomado el peso a la influencia que tiene y de los peligros de no saber administrarla. No le atribuyo mala intención, sino que más bien irresponsabilidad y negligencia.
Salfate es un gran ejemplo del denominado “Efecto Dr. Fox”. Esto surgió de un experimento desarrollado a principios de los años 70, en el cual un grupo de psicólogos preparó a un actor profesional para que hiciera el papel de un distinguido investigador llamado “Dr. Myron Fox”, el cual ofreció conferencias a diversos grupos de académicos y profesionales acerca de aplicaciones de la matemática de juegos a la enseñanza de la medicina. El actor, evidentemente, no era experto en el tema, y sus exposiciones estaban repletas de obviedades, contradicciones, neologismos y salidas humorísticas sin asunto. Sin embargo, tenía aspecto de profesor inspirador, parecía tener dominio absoluto sobre su materia y hablaba con claridad, autoridad y seguridad absolutas. Las exposiciones del “Dr. Fox” fueron mostradas a tres grupos de psicólogos, asistentes sociales y educadores, los cuales en general valoraron positivamente su exposición. Incluso algunos se mostraron interesados en profundizar acerca del tema, aún después de enterarse de que era un impostor. La hipótesis de este experimento, la cual fue plenamente corroborada por los resultados, era que dada una conferencia suficientemente impresionante, incluso un grupo de expertos podrían ser “engatusados” por un expositor brillante pero sin contenido. Y si eso pasa con expertos, ¿qué se puede esperar de los que no lo son?.
Lo del cometa Elenin fue bastante claro. A pesar de que varios especialistas lo catalogaron de pequeño (e incluso de “picante”) y señalaron que era imposible que provocara efectos desastrosos en la Tierra, el verso de Salfate logró provocar ansiedad y temor en muchos chilenos. Salfate no es científico, no tiene estudios rigurosos que lo avalen, y por tanto no está en condiciones de debatir en igualdad de condiciones con un especialista de verdad. Con el debido respecto que me merece, Salfate es a la comunidad científica lo que la “Tigresa del Oriente” es al mundo del canto lírico.
Y esto me lleva a otro tema: la casi nula difusión científica en la TV chilena abierta. Evidentemente, el actual escenario es poco proclive para programas que hablen de ciencias. Si uno quiere esos contenidos, tiene que ir al Discovery Channel o al History. Nadie ha sido capaz de llenar el inmenso vacío que dejó Hernán Olguín. Hay algunos programas en TV abierta centrados en la medicina, como “Diagnóstico” y “Vidas”, pero casi nada sobre ciencia y tecnología. El último intento fue “Enlaces”, con Eric Goles. En el cable nacional hay algunas cosas en el 13-C, pero lamentablemente “Estamos Conectados” se perdió con la salida de Soledad Onetto.
Para una parte importante de la población, la palabra “ciencia” tiene asociados malos recuerdos y hasta traumas relacionados con sufrimientos con la física y la matemática en el colegio. Por ello, dejan de interesarse en ella una vez terminada su educación, lo que lleva a una sociedad analfabeta en lo científico, y por lo tanto presa fácil de los Omar Gárate, Castro de la Barra o Salfate. Hace falta alguien de la comunidad científica que sea capaz de acercar la ciencia a la gente, tal como lo hacen los “Cazadores de Mitos”, los hermanos Parisi con la economía, o Federico Sánchez con la arquitectura y el diseño.